documLa mañana de este martes, primero del 2015, lo primero que ví en la portada al recoger el periódico  fue como un tractor destruía miles de expedientes de pacientes del hospital Luis Eduardo Aybar, antiguo Morgan.

Aunque posteriormente, la regional cero del Ministerio de Salud aseguró que esos expedientes fueron escaneados y digitalizados, previamente, recordé cómo hace unos años trabajando en la oficina de relaciones públicas de Inapa, tras la designación de un nuevo director, el nuevo encargado del departamento que llevó lo primero que hizo fue ordenar que sacaran  todos los documentos de los archivos y lo tiraran a la basura.

Todo el personal: periodistas, fotógrafos, camarógrafos y auxiliares de oficina no salían de su asombro, yo entre ellos.

Algunos se atrevieron a señalarle tímidamente que era posible que entre esos documentos hubiera contratos, recibos, facturas y otros que podrían necesitarse en el futuro.

Pero él con la arrogancia que exhiben muchos funcionarios, tras ser designado en un buen cargo, manifestó agríamente que sabía lo que hacía y que simplemente se limitaran a ejecutar la orden que había dado.

Vimos como el trabajo de décadas en apenas unas horas había ido directamente a la basura, sin siquiera sacar algunos que considerara importante, porque este «funcionario» no se dignó mirar nada y mucho menos permitió que el personal bajo su cargo lo hiciera.

En fin que cuando vi todos esos papeles, expedientes de pacientes que acudían al Luis Eduardo Aybar vino a mi memoria ese hecho, ojalá que tal y como se dijo, si hayan guardado los scaners y se haya digitalizado toda esa documentación.

Dos o tres años después, aquel funcionario fue destituido del cargo, tras el presidente de entonces Leonel Fernández nombrar a otro director al frente de la institución.

De más está decir, que tal como se veía que iba a ser su gestión tras la orden de tirar todo a la basura, como jefe fue una persona arrogante que en ocasiones hasta humilló a muchos bajo su mando.

Pero oh sorpresa! Dicen que las cosas malas que se hacen en la tierra aquí se pagan, porque aunque penoso para mi, pude ver cómo aquel arrogante que maltrataba a los que consideraba menos que él vivió en carne propia ser tratado, como a inferior.

No me alegré de lo que le pasó, todo lo contrario, pero supe de muchos que si lo hicieron, porque no se trata de partidos ni de religión, se trata de formación humana y del hogar y de amor al prójimo.

Y tal como dice el refrán popular: No hay que pisar ni humillar a quienes están por debajo de ti cuando vas subiendo, porque son los mismos que verás cuando vayas bajando, y es que la ley dialéctica no se equivoca pues todo lo que sube, baja!.

 

 

Por Margarita Brito

Periodista con más de 20 años de experiencia en radio, televisión y prensa escrita. Esposa, madre y abuela. Escribo porque me gusta y porque nada me es ajeno.

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