pesos

Margarita Brito Fco.
Muchas veces vemos películas o novelas que nos dejan sorpendidos,  en shock,  por las historias que presentan que son tan sorprendentes que decimos que eso no se ve en la vida real, pero la verdad es que hay ocasiones en que la realidad supera la fantasía.

Esos cuentos “de caminos” como decimos los dominicanos o “leyendas urbanas”, como le llaman los americanos han salido de hechos reales.

Nos reímos de ellos, nos resultan cómicos, espeluznantes, chocantes, los disfrutamos o aborrecemos, pero no nos dejan inmunes, se quedan en nuestra memoria como archivos sacados en ocasiones de la caja para compartirlos y analizarlos.

Quizás lo que voy a narrar no sea  espeluznante ni taann chistosos, pero quedaron así en mi memoria y en ocasiones los saco de allí y me hacen reir, aunque a veces lo haga en solitario.

cuadroUn santo cargado de dinero

Mi vecina, una mujer enferma murió luego de haber pasado por varias cirugías en años anteriores y más recientemente por un derrame cerebral que acabó con su vida. Apenas habían pasado los nueve días de su muerte cuando la hija, hacienda gala de gran arrogancia, decidió vender parte de los muebles y botar otros, que puso en la acera para que l camion de la basura se los llevara.

Una mañana,  días después el hijo varón decidió también tirar parte de las cosas que quedaban para la basura, entre estas la imagen de San Miguel, cuyo marco tenía una especie de doble fondo, que el no notó, cuando dejó también en la acera, para que se lo llevara el camión compactador.

Por el lado del Santo pasó mucha gente que no vió la imagen recostada a la pared. Era casi media tarde cuando pasó un hombre mayor, que según contaron quienes lo vieron, tomó el cuadro en su manos y dijo que lo recostaría a un árbol cercano como para protegerlo del sol. Sin embargo, el cuadro con la imagen  del santo cayó de sus manos  y al chocar con el pavimento se rompió.

Ni el anciano ni la gente que estaba sentada cerca salían de su asombro al ver como se desparramaban los billetes de mil y de dos mil pesos, que la fallecida había Escondido en el falso fondo y que al romperse salieron a la luz.

Eran más de cien mil pesos que el hombre con manos temblorosas trataba de recoger rápidamente, con temor de que se los quitaran, una mujer que al momento en que cayó el cuadro vió la escena y ayudó al anciano, recibió de este ocho mil pesos, un platanero que iba con su triciclo y que reaccionó cuando el hombre doblaba la esquina, dejó el  triciclo para perseguirlo intentando conseguir lo suyo.

El anciano le entregó otros dos mil, pero luego se marchó rápidamente y nadie más supo de él.

Demás está decir que de inmediato la historia corrió como reguero de pólvora por todo  el barrio de Cristo Rey, gente que se trasladaba hasta la calle donde ocurrió el hecho para saber la historia de Buena fuente y que entre risas la  contaba a su manera.

No tardaron los hijos de loa difunta en enterarse de que dentro del cuadro había dinero y aunque de lo que dijo la hija no se supo mucho, porque no vive en el sector, el varón si estaba muy enojado intentando dar con el paradero del anciano, del cual nunca logró saber nada.

Se quejaba con los vecinos de que el dinero le había sido robado y la gente complaciente lo escuchaba y  confraternizaba con él, para luego narrar la historia  y reir. Lo cierto es que han pasado dos años y aún la gente recuerda con una sonrisa cómo el cuadro despreciado cayó de las manos de aquel señor para dejar ver el dinero que la madre, en su afán de ahorro, había escondido, tal vez para evitar que los hijos lo tomaran y malgastaran.

Entrevista o poema incongruente

Uno de nuestros artistas queridos, Pavel Núñez, acudió a una entrevista en el periódico donde trabajo, la que entonces fuera editora de la sección decidió que ella haría la entrevista.

Como había llegado tarde y tenía varias páginas del periódico pendiente de revisión para llevar a impresión, le sugerí que podría hacer la entrevista, lo que rechazó no muy amablemente.

El artista tuvo que esperarle poco más de una hora a que finalizara, para que le pudiera atender.

Grabadora en manos inició la entrevista, muchas alabanzas, palabras bonitas, citas de famosos: lo que pudo narrarse en apenas minutos se extendió por casi dos horas… para mi una sorpresa, que durante todo ese tiempo confiara en la máquina y no tomara una sola nota manuscrita, en fin, yo sería anticuada periodista!!, pensando en tomar notas.

Pasadas dos semanas,viendo que había pasado demasiado tiempo para redactar un simple texto que pudo hacerse en una o dos horas, tímidamente le sugerí  hacerlo, a lo que molesta contestó que ella sabía cuando tenia que hacerlo. Alcé los hombros con indiferencia y no dije más.

Dos meses y medio  ella decidió escuchar la entrevista, pero…sorpresaa! La grabadora no había grabado nada!! Ella no recordaba nada y como no había tomado una sola nota, aquella histórica entrevista se tornó en un poema algo incongruente, en el cual hubo todas las florituras y  alabanzas, pero nada de lo que se habló en la misma, como proyectos, motivaciones para cantar, inspiración etcetera.

Lo cierto es que cuando se dio cuenta de que no grabado nada andaba nerviosa, preguntándose en voz alta que hacía.

Mirándola me dieron ganas de reir, aunque no lo hice, pero todavía varios años después cuando recuerdo todo esto no puedo evitar que una sonrisa asome a mis labios.

Por Margarita Brito

Periodista con más de 20 años de experiencia en radio, televisión y prensa escrita. Esposa, madre y abuela. Escribo porque me gusta y porque nada me es ajeno.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *