Finalmente el secuestrador fue sometidoFinalmente el secuestrador fue sometido

 

Margarita Brito Fco.

Finalmente el secuestrador fue sometido
Finalmente el secuestrador fue sometido

“A través de una ventana abierta se veía al hombre sentado en el suelo, con el niño agarrado entre sus piernas,  con ojos desorbitados, como de loco, en sus manos un largo cuchillo afilado que mantenía en el cuello del pequeño, cuyas lágrimas brotaban en silencio”.

Quiero iniciar con esta historia algunas narraciones de casos que como reportera de diferentes medios he tenidoque cubrir y que de alguna forma dejaron una marca en mi,  en muchos casos de tristeza y dolor, hechos de los cuales como periodista una no  puede abstraerse.

El secuestro del niño de La Zurza

La Zurza

Eran las 8:00 de un día de semana cualquiera de finales de los 80´s, mi jornada laboral había iniciado media horas antes en Radio Mil, en ese entonces la emisora más importante de noticias de República Dominicana.

Mi jefe Víctor Melo Báez ,  director del informativo Radio Mil Informando, salió de su oficina para mirar a la redacción.         Me vió y me dijo que fuera de inmediato al barrio La Zurza, que habían llamado para decir que un ladrón había tomado de rehén a un niño y amenazaba con matarlo.

De inmediato llamé al chofer de la “unidad móvil” para que me llevara  lugar.

Localizado a orillas del río Isabela, La Zurza es un barrio superpoblado de gente que vive en condiciones de extrema pobreza, con casas similares a las favelas de Brasil.

Se encuentra ubicado entre las calle 42, la calle respaldo María Montés y la avenida Duarte.

Preguntando a moradores de la zona decidimos bajar al lugar donde el supuesto ladrón tenia retenido al niño por la Respaldo María Montez, muy próximo al llamado Mercado Nuevo.

El hedor de vegetales putrefactos del mercado, la basura y el lodo llegaban hasta allí.

Penetramos por un callejón donde incómodas escaleras, rodeadas a ambos lados por casuchas,  permitían bajar hasta la orillas del río, en una de cuyas viviendas se mantenía el delincuente con el pequeño.

Según bajábamos veíamos niños descalzos, vestidos sólo con pantaloncitos cortos y mujeres y niños asombrados, preguntamos a algunos vecinos su versión de lo sucedido y nos dijeron que el niño, se cepillaba los dientes en el callejón (su vivienda no tenía baño) cuando el alegado ladrón, armado de un largo cuchillo, le cargo y se apertrechó en una vivienda aledaña donde al parecer no había nadie.

Seguimos bajando hasta llegar hasta donde estaba un coronel intentaba negociar con el hombre intentando calmarlo.

“A través de una ventana abierta se veía el hombre sentado en el suelo, con el niño agarrado entre sus piernas,  con ojos desorbitados, como de loco, en su manos un largo cuchillo afilado lo mantenía en el cuello del pequeño, cuyas lágrimas brotaban en silencio”.

Sentí que mi corazón se iba al suelo al ver aquella escena, tuve que hacer un gran esfuerzo para contener las lágrimas y poder hacer mi trabajo.

Nadie hablaba, a pesar de que el lugar estaba lleno de curiosos. Sólo el coronel de la unidad especial antisecuestros de la policía intentaba dialogar con el hombre, para que liberara al niño.

Mientras hablaba, otros agentes de operaciones especiales se habían ubicado muy sigilosamente en lugares puntos estratégicos.

La gente que curioseaba fue sacada de la zona y en el lugar sólo quedaron los agentes policiales y los periodistas que cubrían las incidencias del secuestro para sus diferentes medios.

La tensión se sentía en el aire, mientras el coronel al mando intentaba convencer al individuo de que soltara al niño, que le complacerían en todo lo que pidiera.

Pasaban  los minutos, las horas… hubo un momento en que todos quedaron en suspenso, cuando un agente con mucho cuidado  pasó el desayuno que había pedido el hombre: sándwich de queso y jamón y jugo de lechosa. El niño asustado, no quiso comer.

Todos los presentes miraban atentamente hacía la ventana, de la casa, la vista era más fácil debido a que la vivienda estaba más abajo, aun lado de la escalera.

Luego de casi cinco horas el hombre fue convencido y dejó libre al niño. De inmediato uno de los agentes lo sacó rápidamente del lugar.

Fue la señal que esperaban los de operaciones especiales quienes portando armas largas penetraron  y sometieron al individuo y le  exposaron, no sin antes darles algunos golpes, a la vista de los que estaban presentes.

Sin embargo, nadie dijo nada. La burbuja que había estado a punto de explotar se deshizo suavemente, como un globo al que sacan el aire. Hubo muchos suspiros, mientras la madre abrazaba al pequeño.

Ya me sentía tranquila, tras ver al niño salvo. Ahora tenía que irme a la redacción a escribir mi historia….

Por Margarita Brito

Periodista con más de 20 años de experiencia en radio, televisión y prensa escrita. Esposa, madre y abuela. Escribo porque me gusta y porque nada me es ajeno.

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