Margarita Brito
Hay ocasiones en que uno se puede sentir desanimado y triste, quizas por algo que no ha pasado en la casa, en la escuela o el trabajo. Esta sensación de tristeza, muchas veces combinado con miedo, puede producer un gran stress que se convierte en enfermedad y hasta llevar a un ataque de ansiedad.
Diversos estudios han demostrado que ser optimista ayuda a la spersonas a ser más porque miran el mundo de forma más positive, lo que hace ser menos vulnerables al momento de sufrir enfermedades e incluso, tener más probabilidad de éxito en los diferentes ámbitos de su vida.
Tener presente que Dios está con nosotros y que nos ayuda, además de alejar pensamientos negativos es vital para lograrlo.
También hacer planes a futuro, ya sea a corto, mediano y largo plazo, aunque para este fin los planes a corto plazo suelen ser más efectivos.
Todo esto puede ayudar mucho emocionalmente.
Es preferible ver el vaso medio lleno y no medio vacío
Muchos han estudiado ese problema desde tiempos antiguos y más recientemente, Daniel Goleman recogió estos en su libro «Inteligencia Emocional» (1995), una guía para conseguir éxito en la vida, en el sentido de felicidad, no económico, sus propuestas han sido utilizadas también por empresas.
La importancia del optimismo ha sido demostrada, por ejemplo, a partir de pruebas efectuadas por el psicólogo C.R. Snyder de la Universidad de Kansas, entre alumnos universitarios de Estados Unidos. En ese estudio se concluyó que el rendimiento académico universitario de un alumno depende más de la actitud, que de su Coeficiente Intelectual (C.I.).
Así, notaron que buenos resultados académicos eran obtenidos más por alumnos con una actitud positiva y optimista (evaluados a través de test especiales) que por alumnos con buenas notas en el S.A.T., un test con una elevada correlación con el Coeficiente Intelectual.
El optimismo y la esperanza impiden caer en la apatía, la desesperación o la depresión frente a las adversidades.
Los pesimistas consideran que los contratiempos constituyen algo irremediable y reaccionan ante la adversidad asumiendo que no hay nada que ellos puedan hacer para que las cosas salgan mejor y, por tanto, no hacen nada para cambiar el problema.
Uno mismo es responsable de sus propias actitudes y, aunque puede no ser fácil, pueden cambiarse y uno debe estar siempre dispuesto a mejorarse a sí mismo.