La muerte del periodista Conde Olmos es solo la punta de un iceberg de la atención o de la falta de la misma, que reciben muchos pacientes en los hospitales públicos de la República Dominicana.
La odisea que vivió Olmos, que tuvo que ser trasladado a varios hospitales en busca de salud y muriendo finalmente varios días después fue la punta de un gran iceberg que salio a flote para mostrar una realidad que viven a diario muchos dominicanos, pero de los que apenas familiares y algunos amigos conocen.
Ese iceberg, ese gran block de hielo desprendido de una zona helada y que flotaba a la deriva en el mar, del que apenas se veía una pequeña parte de su tamaño, salio a flote con la muerte de Olmos, una gran montaña de hielo, que muestra como funciona la asistencia que reciben a diario muchos enfermos graves.
Qué gran tristeza me invade, tanto por la muerte de este amigo, como por la muerte de esos desconocidos que vieron morir sus esperanzas de hallar la salud, mientras sus cuerpos se iban deteriorando a la espera de ser atendidos y si lograban esta, ya era demasiado tarde.
Recordé que igual situación vivió mi amigo César Moreta, quien murió de covid-19 hace casi un año, en plena pandemia y con toque de queda , junto a su esposa Marisol, también con el covid y un vecino que no les abandono, pese al temor del contagio, recorrieron de madrugada, esta vez clínicas de Santo Domingo en busca de atención que no obtuvieron, en todos los establecimientos visitados les decían que no tenían cupo, al final lograron que fuera internado en una centro privado en la provincia de La Romana, donde falleció tres días después.
Sus familiares ni siquiera tuvieron el consuelo de llevarle a su ultima morada, ya que las autoridades de salud recogieron rapidamente su cuerpo y sin ninguna ceremonia enterrado en el cementerio de San Isidro.
Una triste lamentación
El Círculo de Periodistas de la Salud (Cipesa) lamentó que en el sistema de salud dominicano se mantengan prácticas deshumanizantes en perjuicio de ciudadanos que con el pago de impuestos son la fuente de los recursos para su sostenimiento.
El comunicador falleció tras pasar tres días en la emergencia del Hospital Francisco Moscoso Puello sin ser atendido, lo que motivo que sus colegas lo trasladaran al Instituto Nacional de Diabetes, Endocrinología y Nutrición (Iden) de donde fue “rebotado” a pesar de su condición de diabetes crónica, que combinada con una hipertensión, le afectó los riñones con los consecuentes daños al sistema cardiovascular, la vista, y una neuropatía que le provocó problemas de circulación, hinchazón y debilidad en las piernas que le imposibilitaba mantenerse en pie y cuando trataba de caminar lo hacía con dificultad.
Con ese cuadro, por intervención personal de un médico, Olmos fue ingresado en el Hospital Salvador B. Gautier, donde falleció tras varios días de internamiento a consecuencia de la gravedad de su condición de salud.
El Círculo demandó del ministro de Salud, Daniel Rivera y del director del Servicio Nacional de Salud, Mario Lama, investigar la situación de desatención al comunicador, no por su categoría de periodista, sino en su condición de ser humano.
Cipesa dijo que el calvario que padeció en sus últimos días el periodista Conde Olmos se da a diario en los centros hospitalarios, lo que evidencia las carencias del sistema de salud y la deshumanización.