Mariel

Ella quizás no lo sabe, pero es un regalo de Dios para un grupo  amplio de mujeres jóvenes y mayores, porque ella tiene un don, sus manos y su creatividad son increíbles para pintar, trabajar repujado en metal, las pinceladas y otras técnicas artísticas.

Suele maravillarnos a todas y a todos, porque también hay hombres, entre los grupos que reciben clases en diferentes días de la semana.

Impartiendo clases

Su nombre es Mariel Hernández. Siempre está presta a ayudar a indicar como hacer las cosas, para  mejorar la técnica de que se trate y siempre encuentra algo bien en lo que hacen sus estudiantes, aunque ellos vean que son «mamarrachos» lo que han pintado.

Mariel explica y explica sin cansarse, porque lo cierto es que cuando pregunta si hay alguna duda, si entendieron, todos a la vez dicen que si, pero a la hora de plasmar en el lienzo sus explicaciones, es otra cosa, a veces no hacen la cosas como lo ha explicado y por supuesto no queda bien.

Muchas de las alumnas pueden ser su madre y hasta su abuela, pero lo cierto es que juventud no tiene que ver con talento, ella es la maestra y como tal, lo hace perfectamente bien.

Más que un arte, pintar para ella es pasión que  trasmite cuando al pintar un abstracto que los alumnos expresen lo que sentió y quiso expresar con el mismo.

En estos días dijo que regalaría un cuadro más, ya que las clases están a punto de concluir y el programa fue agotado, es un regalo que hace y muestra como hacerlo. En apenas 45  minutos pintó lo que llama «flor surrealista», con gran calma.

Hacer lo mismo llevará a los estudiantes dos o tres días, tal vez más y nunca con su perfección, pero todos están contentos con su enseñanza. «Es que ella lo da todo sin  egoísmo, para que aprendamos, enseña los «truquitos», para hacerlo mejor», expresaron varias estudiantes a través del grupo de whatsapp por el que se mantienen en contacto.

Y así es, la belleza de la pintura que enseña,  la forma de los trazos, que si la ven hacerlo parece fácil, pero a la hora de ponerlo en práctica no lo es, hacen que los estudiantes sientan el estímulo para seguir, aunque no lo hagan tan bien.

Cada semana Mariel  hace un regalo con sus enseñanzas, que ojalá muchos otros pudieran aprovechar, porque la verdad es que se aprende. A veces ella misma se decepciona del hecho de que muchas jóvenes y mayores no decidan aprender este u otro arte o manualidades en la escuela laboral Concepción Bona, donde ejerce.

Por Margarita Brito

Periodista con más de 20 años de experiencia en radio, televisión y prensa escrita. Esposa, madre y abuela. Escribo porque me gusta y porque nada me es ajeno.

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