Don Rafael HerreraDon Rafael Herrera

Margarita Brito Francisco

Don Rafael Herrera
Don Rafael Herrera

Recuerdo que trabajaba en Radio Mil, cuando un día decidí ir al periódico Listín Diario, con cierto temor, porque no sabía como iba a lograr entrevistarme con Don Rafael Herrera. Sin embargo, no tenía motivos para preocuparme, pues como muchos recordaron este primero de agosto, al cumplirse 124 años de ese diario, las puertas de su oficina siempre estuvieronn abiertas.
No tenía ningún «padrino» que me recomendara, así que debía ser yo misma quien me presentara y le expusiera mis deseos de integrarme al equipo de periodistas. En ese momento, quizas porque el equipo estaba completo no me dijo que si, pero tampoco me dijo que no.
Me abrió las puertas para que hiciera trabajos, me sugería temas y me facilitaba transporte y fotógrafo. Tal vez por sus múltiples ocupaciones pasaron unos meses en los que sólo le entregaba trabajos que hacía y que de inmediato publicaba.
Casi tenía un año en los que sin cansarme todas las tardes acudía al periódico, unas veces hablaba con él, otras no. A él le gustaban los reportajes de interés humano que hacía, así que a veces sugería algún tema.
Corrían los años 90 del siglo pasado, cuando aún los periódicos utilizaban maquinas de escribir manuales, aún no se usaban computadoras en los medios de comunicación del país.
Recuerdo que muchos de los periodistas de ese entonces, como Saúl Pimentel, Tulio Navarrete, Pedro Julio Feliz, Guillermo Tejada, Máximo Manuel Pérez y otros, encadenaban sus máquinas a las sillas para que nadie las usaran. Aquello me extrañaba y me daba un poco de risa, pero así era, conseguir una máquina se me dificultaba. Tal vez Arsenio Ramírez y José Monegro, hoy subdirector del El Día, eran de los pocos que no lo hacían.
Ya era diciembre, se acercaban las navidades, una tarde fui a saludar a don Rafael, un poco desilusionada, sin embargo ese día fue que me dijo que a partir del 15 de enero, oficialmente pasaba a formar parte del equipo de periodistas del Listín Diario.
Cuando llegó el día me presenté ante él y me quedé sorprendida, cuando fue conmigo hasta la sala de redacción, hizo que todos pararan de trabajar para presentarme.
Con su eterno tabaco entre los dedos, me mostró las instalaciones, que ya conocía, y pidió que me dieran todo el apoyo posible.
Muchas veces me llamaba a su oficina me aconsejaba, de cómo escribir, admiraba su capacidad de síntesis al escribir. Nunca pasaba de una cuartilla en sus editoriales.
Su eterna frase de no dañar el desayuno a nadie en la mañana era famosa. La recordé en días pasados cuando en días pasados a las 6 00 de la mañana abrí un periódico y lo primero que vi en portada fue la foto de decenas de muertos de un accidente de tren.
Y no es que no las pongan porque las noticias son hechos, pero esas imágenes tan fuertes debieron estar en las páginas interiores. Esa imagen dañó mi día.
En fin, que pese a que Don Rafael tenía múltiples ocupaciones, ya que además de su función de director, formaba parte de múltiples entidades, que le buscaban, él siempre tuvo minutos para mi y para todo el que lo solicitó.
Me enorgullece haberle conocido y sobre todo, que antes de su muerte, ya enfermo me llamara a su casa, como si fuera una despedida y allí en su hogar me hizo recomendaciones y consejos que no olvidaré, para que escribiera mejor.
Hace tiempo que no estoy en el Listín Diario, pero no olvido las enseñanzas de este gran hombre, que nunca subestimó por su origen a nadie y que siempre estuvo presto a ayudar donde hiciera falta.

Por Margarita Brito

Periodista con más de 20 años de experiencia en radio, televisión y prensa escrita. Esposa, madre y abuela. Escribo porque me gusta y porque nada me es ajeno.

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