Por: Francis castillo

Francis Castillo

Dentro del pensamiento económico la actividad agrícola, ha sido de gran polémica por diversas corrientes, siendo los Fisiócratas la de mayor énfasis por afirmar a todas luces que «la agricultura es la fuente de riqueza del estado y de todos los ciudadanos».

Por lo que, las industrias manufactureras y de servicios pasaron a un segundo plano. Como había de esperarse, posteriormente surgieron otras corrientes que anularon casi por completo lo expuesto por los fisiócratas, a tal modo que en el presente el sector ha quedado relegado a un sector de menor importancia dentro del Producto Interno Bruto (PIB) pero sigue siendo una pieza clave en el crecimiento económico y más allá del crecimiento, el sector agropecuario (Agricultura y el Sector Ganadero o Pecuario) es considerado como un soporte para seguridad alimentaria en el territorio Dominicano. Según el Ministerio de Agricultura en la actualidad cerca del 80% de la comida de los dominicanos se cultiva en las zonas rurales del país. En base a los datos que ofrece el Banco Central de la Republica Dominicana (BCRD), desde 2012 a septiembre de 2016 los aportes de la producción agropecuaria al PIB han sido en un intervalo de un 5.1% y un 5.4%.

La agricultura es el renglón más significativo dentro del sector, donde se destacan cultivos como la caña de azúcar, el tabaco, el café, el arroz, ajo, el maíz, cacao, aguacate, entre otros cultivos pertenecientes a la categoría de tubérculos y raíces. En el campo laboral desde el año 2012 hasta el 2016 en promedio la agropecuaria ha captado el 13.5% de la población ocupada, han sido muy notorio los esfuerzos que se han venido haciendo desde el gobierno central, pero aun surge una pregunta que amerita una justa y considerable repuesta.

¿Por qué la actividad agrícola es cada vez menos rentable especialmente para los pequeños productores de nuestros campos?

No es necesario ir al campo para saber con claridad los problemas de los hombres y mujeres pobres de las zonas rurales, el reflejo está en un agricultor que decide dejar todo atrás para irse en busca de un mejor porvenir a la ciudad. En las últimas décadas la migración del campo a la ciudad ha sido notoria, debido a que el pequeño productor desiste continuar ejerciendo la actividad agrícola. Pero, en sí, ¿Cuál es la raíz del problema?

Tomando en cuenta la interrogante anterior, es pertinente decir, que más allá del alto costo de los insumos o el clima desfavorable, existe un factor determínate que afrontan los productores agrícolas especialmente los pequeños, y es la poca participación en el margen de ganancia, es decir lo que representa la rentabilidad de su producción. Luego de terminada la cosecha, con los productos agrícolas surge lo que se llama la cadena de comercialización donde participan productores, acopiador local y camioneros intermediario, mayorista, minorista y consumidor final. Un estudios de la Organización  de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) señala que por cada peso que paga el consumidor urbano por sus alimentos, menos del 40% queda en el campo y el restante 60% pertenece a los procesos de mercadeo, es decir que, por cada RD$100 peso que paga el consumidor por los productos agrícolas en los mercado urbanos, más de $60 pesos pertenecen al margen de comercialización, tal como podemos ver en el gráfico.

En mi análisis, tome los datos disponible en el Ministerio de Agricultura, logrando determinar que en las mayorías de los casos apenas el 33% de los beneficios lo obtiene el productor agrícola, es decir, quien lo cultivó, preparó el suelo, sembró la semilla, hizo las desyerbas, fertilizó y recolectó la cosecha, además de que asumió los riesgos de inundación, sequía, enfermedades y plagas y esperó el tiempo adecuado para producirlo y sacarlo al mercado, al final de esta cadena recibió menos de una quinta parte del precio que pagó el consumidor final.

Es evidente que los productores agrícolas no pueden distribuir sus productos a la amas de casa en la ciudad, de igual forma estas no pueden visitar a los agricultores en el campo. Pero se pueden crear las condiciones para un comercio más justo y ventajoso para el pequeño productor.

Por Margarita Brito

Periodista con más de 20 años de experiencia en radio, televisión y prensa escrita. Esposa, madre y abuela. Escribo porque me gusta y porque nada me es ajeno.

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