Margarita Brito Fco.
En estos tiempos cuando vemos como se incrementa la delincuencia en los barrios, donde en cualquier esquina una persona puede ser asaltada y un teléfono celular para algunos es más importante que la vida, nos damos cuenta de la importancia de la familia en la formación de hombres y mujeres con valores.
Cuando vemos como una mujer adulta, con título de abogada es capaz de mandar a matar a otra y no sólo eso es capaz de pagar a unos sicarios para que maten a la ex amante de su esposo, pero que además cuando estos equivocadamente matan a otra joven, vuelve a pagar a los criminales para que quiten la vida a la otra, nos damos cuenta de que además de los valores que debe inculcar la familia, el padre y la madre, es vital acercarnos a Dios.
Además de practicar los mandatamientos: Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo cono a ti mismo, NO matar, no codiciar los bienes ajenos son parte de las llamadas tablas de la ley de Dios, que hoy parecen olvidadas.
Los padres y las madres deben darse cuenta de que complaciendo en todo a los hijos le hacen no sólo daño a estos sino también a ellos mismos.
Esos niños mimados, que tienen todo sin el menor esfuerzo serán los que después si no les complacen serán capaz de todo.
Maestros, padres, madres iglesias, instituciones públicas y privadas y todos los sectores de la sociedad deben unirse en una campaña de concienciación sobre los valores humanos.
Volver a dar la materia de moral y civica en las escuelas y colegios, hacer ver que devolver lo ajeno no es de tontos ni de pendejos, sino que debe ser lo normal, en personas honestas, honradas.
Lo peor es que en un pais donde a diario dan a luz decenas de adolescentes que ni siquiera saben bañarse bien y menos aún criar un hijo, muchas veces sin ayuda del padre es difícil.
Muchas de esas jóvenes se prostituyen, tal vez tienen pocas alternativas y buscan lo más fácil.
Lo cierto es que la sociedad tiene que unirse y hacer algo, endurecer las leyes penales no es suficiente, educación y sobre todo el ejemplo de los padres y madres, junto a la labor de las iglesias y entidades de la sociedad son imprescindibles para lograr un alto en la ola de criminalidad.