Josephine Baker se ha convertido este martes en la primera mujer negra en entrar en el Panteón de París, destinado a honrar a los grandes personajes que han marcado la historia de Francia y donde hasta el momento solo había 5 mujeres entre las 80 celebridades allí enterradas.
La artista, espía e icono de la libertad nacida en Missouri (EE.UU.), acabó viviendo en Francia en 1925 para escapar de la dura segregación de su país. Luego se convirtió en ciudadana francesa tras su matrimonio con el ingeniero Jean Lion en 1937.
Bailarina y cantante francesa de origen norteamericano. Joséphine Baker creció en el periodo de las peores revueltas racistas vividas en Saint Louis. En 1922 se unió a una compañía de baile; un año más tarde ya estaba en el coro de la primera obra de color que se representó en Broadway, «Shuffle Along». Posteriormente trabajó en el mítico Cotton Club.
Dos años después empezó a trabajar para los servicios de inteligencia de Francia contra los nazis, recogiendo información de funcionarios alemanes que conocía en las fiestas. Tras la guerra, se comprometió con numerosas causas sociales, especialmente contra el racismo.
n 1925 fue a París como integrante del coro de La Revue Nègre. El público europeo se quedó prendado de Joséphine Baker y se convirtió en una estrella del Folies Bergière. Introdujo el Charleston en el viejo continente y protagonizó varias películas de éxito como Le Siréne des tropiques, Zou o Princesse Tam-Tam, hasta el año 1935. Dos años después se nacionalizó francesa.
Su talla como artista sólo es comparable con su humanidad y servicio al prójimo, y prueba de ello es la vida que llevó a partir de 1939, cuando estalló la Segunda Guerra Mundial se integra primero al voluntariado y más tarde en la resistencia francesa, hechos que la hicieron acreedora de la Cruz de Guerra y de la Legión de Honor, dos importantes condecoraciones de ese país que recibió de manos del ejército francés y del mismo Charles de Gaulle.
Después de la guerra no llegó a establecerse en los Estados Unidos, aunque viajó con cierta frecuencia a su país de origen, y en los años 60 apoyó el movimiento por los derechos civiles de Martin Luther King. En lugar de ello residió preferentemente en Francia y creó una gran familia con niños adoptados procedentes de diferentes etnias. Volvió al escenario de vez en cuando, pero sólo para mantener a esa numerosa familia. Justo antes de una de esas actuaciones falleció en París, en el año 1975.
«Su causa era el universalismo, la unidad del género humano, la igualdad de todos ante la identidad de cada uno, la hospitalidad para todas las diferencias unidas por la misma voluntad, la misma dignidad, la emancipación contra la afectación», dijo dicho el presidente de Francia Emmanuel Macron.
A pesar de que sus restos permanecerán en Mónaco, donde decidió su familia, París tendrá un poco de Josephine Baker, la primera superestrella negra, en esta estación de metro, rebautizada con su nombre.
Periodista con más de 20 años de experiencia en radio, televisión y prensa escrita.
Esposa, madre y abuela.
Escribo porque me gusta y porque nada me es ajeno.