Margarita Brito

margaritabrito@yahoo.com

JUAN SALAZAR

Ser testigos y a veces hasta actores de los hechos que acontecen, consolar y ayudar en ocasiones, es parte del trabajo de un periodista, cuando quiere hacer un trabajo serio, apegado a la verdad, narrando a través de un medio de comunicación una noticia determinada.

Sin embargo, llevar esa información al lector, oyente o televidente  tiene un costo emocional, que puede ser positivo o negativo, dependiendo del hecho de que se trate y que puede dejar alegría, pero también tristeza o stress.

Han pasado muchos años, pero no he podido olvidar cómo aquel hombre trastornado,  que  se atrincheró en una casucha del barrio La Zurza a orillas del río Ozama, sostenía un afilado cuchillo en el cuello de un niño de unos siete años, que minutos antes había secuestrado.

El triste recuerdo, que no llegó a más grave por la sabia intervención de un negociador de la Policía, me llegó mientras escuchaba a Martha Queliz contar a varias amigas la angustia y  todo lo que lloró de impotencia, al ver la situación de pobreza extrema en que viven los niños a ambos lados de la frontera entre Haití y República Dominicana.

Habían pasado varias semanas, sus reportajes sobre  niños que aunque comparten igual miseria, con realidades distintas, se habían publicado, pero mi amiga no se recuperaba de la tristeza de vivir el drama de estos pequeños y ver por ejemplo, cómo uno de ellos  guardaba como un tesoro, la caja de cartón que le servía de cama.

La conmovedora historia impactó a muchos lectores, que conocieron la realidad en la zona fronteriza, el drama de vivir cada día durmiendo en el suelo y comiendo lo que aparezca en zonas donde sólo se llega en motores o a pie con mucha dificultad  pero marcó a mi amiga.

Como sucedió al periodista Juan Salazar, quien ha llegado más allá para hacer reportajes, poniéndose así mismo en la piel de los entrevistados, para escribir historias, que además de motivar acciones para corregir males,  han marcado a este comunicador para siempre e incluso han cambiado la perspectiva y visión que tenía en un  determinado momento de su vida.

Así lo afirma al hablar de  la serie de reportajes “En la piel de la locura” que marcó un antes y un después en su ejercicio periodístico.

“Hasta ese momento me había limitado a recoger impresiones de otros y a observar de manera equidistante la realidad social de sectores excluidos y olvidados de la sociedad”, señala.

No perder la sensibilidad ante el dolor humano

Shaira Castillo,, periodista de CDN

Así se expresa Salazar, quien luego de dos meses viviendo la realidad de los enfermos mentales, sintiendo la discriminación, el estigma y el olvido, afirma que  su sensibilidad  y el compromiso hacía los demás se incrementaron.

“Salir a la calle fingiendo ser un loco fue una experiencia abrumadora y desgarradora, porque me mostró a mí mismo que también en algún momento de mi vida había sentido pavor de tener cerca un enajenado mental y que los trate en más de una ocasión con indiferencia”, sostuvo.

Reportajes sobre el autismo y sobre adictos en proceso de recuperación han marcado también a este experimentado comunicador, quien no obstante, no pudo reprimir las lágrimas cuando escribía sobre los testimonios de madres dedicadas a tiempo completo al cuidado de sus hijos autistas. “También vivía esa realidad porque mi hijo menor fue diagnosticado con Síndrome de Asperger”.

A Salazar le impactó escuchar adictos en proceso de  relatar cómo cayeron en el mundo de las drogas hombres y mujeres que ahora libran una lucha titánica por reivindicarse ante la sociedad.

Recuerda especialmente el relato de una señora de 52 años con el historial más elevado de recaídas en Hogar Crea Dominicano, “lloró tanto durante la entrevista, llegando a expresar que nadie la quería, que me vi precisado a detener la grabación para darle un abrazo de consuelo. Me respondió: Gracias, mi hijo, gracias”.

Salazar ha escrito de otro tema tan sensible como los feminicidios, en más de una ocasión ha tenido que consolar en casos de tragedias, como en el caso del padre una joven asesinada por su pareja, a quien entrevistó, y quien bañado en lágrimas le dijo: “Hay que aprender a ser hombre. Ser hombre no es sólo llevar los pantalones, es saber resolver los problemas sin fracasar, sin dañar a otras personas”.

Escribir, mostrar una imagen o ayudar

Foto Kevin Carter. Premio Pulitzer 1994

Escribir, mostrar una imagen o ayudar. Se pueden hacer ambas, como demostró la periodistas de CDN , Shaira Castillo, quien mientras hacía un reportaje sobre el huracán María puso su micrófono a un lado, para amamantar a un bebé en un albergue de Barahona, el cual lloraba de hambre y cuya madre no lactaba.

En 1993, el fotógrafo Kevin Carter viajó a Sudán e inmortalizó la imagen de un niño desnutrido acostado en el suelo, acechado por un buitre. La foto publicada en The New York Times, obtuvo el premio Pulitzer de fotografía 1994 y se convirtió en el rostro del hambre en África.

La imagen provocó un gran conflicto emocional en Carter, quien se suicidó varios meses después de recibir el premio. Criticado duramente por la opinión pública, el fotógrafo diría antes de su muerte estar arrepentido de hacerla y de no haber ayudado a la niña.

Y es que como bien dijo Salazar, el periodista jamás debe perder la sensibilidad ante el dolor humano.

Juan Salazar, jefe de editores del Listín Diario, logró con la serie de reportajes “En la Piel de la Locura” sensibilizar a la población sobre la situación de los enfermos mentales en el país y generar acciones de los organismos competentes para que se atienda al enfermo mental en los centros de atención primaria.

Por Margarita Brito

Periodista con más de 20 años de experiencia en radio, televisión y prensa escrita. Esposa, madre y abuela. Escribo porque me gusta y porque nada me es ajeno.

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