Margarita Brito
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No hay que enseñar todo el cuerpo, para lucir elegante. En estos tiempos en eventos como la pasada gala de los Premios Soberano muchas figuras destacadas tienden a realizar una especie de competencia a ver cuál exhibe más su cuerpo, pese a ello no hubo nada estrambótico en la alfombra roja de la gala, en la que faltaron muchas caras conocidas.
Por esta razón no escatiman en escotes que llegan a la cintura en el frente y a la espalda culminan donde ésta pierde su nombre, eso sin contar la abertura de las piernas que puede llegar a la cintura y más arriba, además de hay aberturas a ambos lados de las caderas.
Vestidos tan apretados y con transparencias que no dejan nada a la imaginación es lo que se observa en la alfombra roja, y escotes tan abiertos que es difícil saber cómo los pezones se mantenían cubiertos.
Poca tela para cubrirlos o una transparencia a todo lo largo del vestido, como fue el caso de la actriz venezolana La Beba, que dejaba claro que allí no había ropa interior.
Incomodidad tras la verja
Tras la verja de la alfombra de los Premios Soberano, en el lugar asignado a los periodistas, que en principio pensé iba a estar segmentado de acuerdo a si se era de televisión, prensa escrita o digital como se hizo constar en un documento escrito, pero no fue así, todos estaban juntos.
Con la incomodidad de estar apretujada en un micro espacio, veía miraba pasar a artistas y figuras de la televisión. Allí tras las cámaras se produjeron algunos choques entre periodistas al parecer nuevas en la televisión, que discutían con varias de la prensa escrita, alegando que le estaban ocupando su sitio.
Estas chicas vestidas como si fueran parte de las figuras también hicieron su pasarela y se tomaron fotos con sus trajes de escotes profundo y aberturas en las caderas, para luego pasar detrás de la verja a realizar entrevistas, provocando miradas de ¿y ellas? en otras periodistas que observaban.
Lo que al parecer no hicieron muy bien fue su trabajo, a juzgar por lo que hablaban detrás de mí. En una oí que la que estaba detrás le decía a la otra que la entrevista que acababan de hacer no servía porque ella había estado todo el tiempo de espaldas y no vio las señales del camarógrafo y sólo se había grabado su espalda. Yo pensaba que la pobre había hecho lo que había podido, en medio del bullicio del público, los apretujones y la música.
En fin, que pasó otro artista y ahora la que estaba detrás le daba consejos a la de alante de cómo hacer las cosas, tras finalizar es que la de atrás que el micrófono no estaba encendido. Hago como que no escucho, pero ahora la de atrás quiere pasar al frente a realizar ella las entrevistas. Aquello era de comedia.
No se que pasó, porque intenté y lo logré dejarle su espacio, pero es posible que hayan tenido mucho trabajo estas jóvenes luego de estos fiascos de entrevistas. Las dejé discutiendo quien había sido culpable del fallo.
Si pude ver cuando pasó la comunicadora Diurka Pérez con su niño de dos o tres años y le pidieron que lo levantaran para hacerle una toma, el pequeño, nervioso tal vez por la bulla y el gentío, comenzó a patalear y a llorar para que le bajaran. Aquellas chicas no pegaban una.
En fin que la alfombra roja se fue apagando y tornándose gris, mientras esperábamos que apareciera alguien vestido de forma estrambótica, que provocará risa o alguien que dejara admirado, como cuando La materialista se vistió de Muñeca Barbie y desfiló en una caja transparente, en una edición pasada o aquella ocasión en que alguien semi desnudo intentó colarse en la alfombra y fue sacado.
Más tarde, mientras descansábamos unos minutos para entrar a la sala Ravelo, una periodista comentó que no había visto nada extraordinario en la alfombra y recordó el caso de La Materialista, a lo que otra contestó que la artista habría comentado que ese traje le había costado demasiado y que apenas había sido tomada en cuenta en las fotos publicadas en los medios y crónicas de televisión,como es el objetivo final de ese desfile, que es la gran vitrina donde se exhiben los famosos.