Por: José S. Méndez 

Hay quienes se atreven a firmar que la corrupción es propia a la democracia, la democracia como orden político plural, esencialmente civil, sujeto a leyes y a su imperio soberano, existe no solo para que nos gobernemos a nosotros mismos, sino para que garanticemos la reducción a la mínima expresión posible de la ilegalidad, el saqueo, la depredación de la riqueza pública y para que contengamos los excesos de arbitrariedades gubernamentales.

Ello quiere decir que si los ciudadanos en la República Dominicana, actuarán con los niveles éticos y morales que requieren desempeñarse en los cargos públicos y privados no haría falta la democracia constitucional, ni tribunales, ni gobierno alguno.

Los repetidos casos de corrupción política que se han producido en el Estado Dominicano desde la llegada de la democracia han generado una sensación de inseguridad moral y sospecha ante la función pública que ignora sistemáticamente la notable actividad de los tribunales de Justicia y la condena y prisión de toda suerte de corruptos, incluido varios dirigentes políticos de diversos gobiernos y toda clase de delincuentes políticos.

Toda esa dejadez de los tribunales Dominicanos en no administrar justicia con la debida firmeza a los que defalcan el erario público, motiva a pensar que la sociedad Dominicana se encamina hacia una pendiente muy peligrosa: “donde to eh to y na eh na”es asombroso los casos de corrupción que se han acontecido en el país, como son los casos de los pilotos Franceses narcotraficantes, Pascal Fauret y Bruno Odos, quienes estaban condenados a 20 años de prisión por haber introducido al país más de 700 kilogramos de cocaína, valorados en 300 millones de euros y se fugaron hacia Francia.

También debemos mencionar los casos del síndico de Bayaguana, Nelson Sosa (Opy), quien pago a sicarios para que mataran al regidor Renato de Jesús Castillo, otro suceso es el de la Dirección Central Antinarcóticos de la Policía (DICAN), donde están implicados tres coroneles, tres fiscales y el exdirector del organismo el coronel Carlos Fernández Valerio, acusado del robo de 1,200 kilos de cocaína. También otro asunto bochornoso es el relacionado con la Oficina de Ingenieros Supervisores de Obras del Estado, para tan solo citar esos casos de tantos que amargan el diario vivir de la sociedad Dominicana.

Quién duda, que gran parte de la industria mediática vive y prospera gracias a la explotación comercial de los escándalos de corrupción, y por lo tanto tiene un interés directo en fomentarlo para seguir ascendiendo y por ello viola la privacidad y los derechos de los individuos a no transformarse en carnada mediática.   y  

Es necesario subordinar las fuerzas de la sociedad a los principios de una moral elaborada por la razón, en la cual impere el respeto, la responsabilidad, la lealtad, el desempeño del trabajo honrado, pero todo esto se logra invirtiendo en la familia, en los jóvenes, en la escuela y en campañas de difusión de los valores humanos, “porque una sociedad sin valores dejara de ser humana”.

Por Margarita Brito

Periodista con más de 20 años de experiencia en radio, televisión y prensa escrita. Esposa, madre y abuela. Escribo porque me gusta y porque nada me es ajeno.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *