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En momentos en que las autoridades judiciales dominicanas investigan la posibilidad de extradición de Polonia para traer al país al sacerdote, Alberto Gil, acusado de violar sexualmente a varios menores de edad en Santiago, En Roma, el papa Francisco anima a los responsables del Centro para la Protección del Niño, de la Universidad Pontificia Gregoriana para luchar contra los casos de pederastia, a continuar con su labor para la protección de menores, informó su responsable, el jesuita Hans Zollner.
Zollner asistió hoy con varios colaboradores a la misa que ofició el papa Francisco en la capilla de la residencia de Santa Marta, donde se aloja, y al final de la misma le contaron el trabajo que realizan.
«El papa escuchó con mucha atención, subrayó que es un trabajo importante y nos animó a continuar adelante con ese compromiso», afirmó Zollner, que agregó que las palabras de Bergoglio son la continuación de las pronunciadas el pasado 5 de abril, cuando aseguró que pretende actuar «con decisión» contra los casos de abusos sexuales en el seno de la Iglesia Católica, siguiendo la misma línea de su predecesor, Benedicto XVI.
Aquel día, el papa Bergoglio se reunió con Gerhard Ludwig Muller, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y durante el encuentro, según informó el Vaticano, «instó» al dicasterio que se ocupa de los casos de pederastia en la Iglesia Católica a «seguir con la línea instaurada por Benedicto XVI (tolerancia cero) y actuar con decisión en lo que respecta a los casos de abusos sexuales».
Según datos del «promotor de Justicia» (fiscal) de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Robert Oliver, en los últimos tres años llegaron al Vaticano 1.800 denuncias de casos de abusos sexuales a menores por parte de clérigos y la mayoría de los mismos ocurrieron entre 1965 y 1985.
El mayor número de denuncias se produjo en el año 2004, cuando llegaron 800 al dicasterio vaticano, encargado de este tipo de delitos y que envió en 2011 a todas las Conferencias Episcopales de una guía para afrontar, de manera «coordinada y eficaz», los casos de curas pederastas.
En 2010, por orden de Benedicto XVI, se actualizó la normativa vaticana «De Delicta Graviora», de 2001, sobre los delitos más graves contra la moral y los sacramentos, dentro de la línea de «tolerancia cero» contra los abusos.
Con esa actualización, se dio una vuelta de tuerca en la lucha contra los curas pederastas, aprobando normas entre las que destaca la ampliación de 10 a 20 años del tiempo para denunciar los abusos y la introducción del delito de adquisición, posesión y difusión de pornografía infantil.
En 2012 se celebró en la Universidad Pontificia Gregoriana de Roma el simposio «Hacia la curación y la renovación», para afrontar los casos de curas pederastas.
Durante el simposio se creó el Centro para la Protección del Niño, con sede en Munich (Alemania), por parte de la Universidad Pontificia Gregoriana de Roma, la Universidad alemana de Ulm y la archidiócesis alemana de Munich, para impartir a distancia formación para profesionales que se ocupen de estos casos.
El centro cuenta con socios en Argentina, Ecuador, Alemania, Ghana, India, Indonesia, Italia y Kenia.
Durante el simposio, el cardenal William Levada, por entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, desveló que un total 4.000 casos de abusos sexuales a menores por parte de clérigos llegaron al dicasterio en los últimos diez años, a la vez que admitió que la respuesta que dio la Iglesia fue «inadecuada».
Esos casos han costado ya a la Iglesia Católica a nivel internacional más de 2.000 millones de dólares, según informaron los expertos estadounidenses Michael Bemi y Patricia Neal.
Sobre las personas que sufrieron abusos, Bemi y Neal señalaron que todavía no existe un estudio a nivel mundial, pero que sólo en EEUU se estiman unas 100.000, a las que hay que sumar los cientos de víctimas de los casos denunciados en Irlanda, Alemania, Australia, Austria, Bélgica, Brasil, Canadá, Chile, India, Holanda, Filipinas y Suiza, entre otros países.

Por Margarita Brito

Periodista con más de 20 años de experiencia en radio, televisión y prensa escrita. Esposa, madre y abuela. Escribo porque me gusta y porque nada me es ajeno.

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