Margarita Brito

Foto de archivo

He escrito bastante sobre el Sistema de Emergencia 911, que ha salvado muchas vidas, realmente un gran logro del gobierno, que permite a muchos sobrevivir en una emergencia de salud.uena

Pero hace unos días me tocó vivir la experiencia en carne propia, debido a un grave problema de movilidad de un pariente muy cercano que le impedía moverse y ser trasladada en taxi, como hacemos comúnmente, a un centro asistencial.

Nunca había llamado al 911, al primer timbrazo me atendió una operadora, que eficiencia y amabilidad me hizo preguntas pertinentes y se mantuvo conmigo en la linea telefónica dándome instrucciones hasta que llegaron los paramédicos en motocicleta, pues son ellos los que determinan si el paciente debe ser o no trasladado.

Los jóvenes paramédicos, un hombre y una mujer, de inmediato tomaron las constantes vitales de mi pariente y se mantuvieron comunicados con la central, determinando que debían enviar la ambulancia para hacer el traslado.

Ambos realizaron su trabajo con mucha profesionalidad y amabilidad hacía mi pariente enferma, a quien explicaron que la iban a trasladar a un centro de salud.

A los pocos minutos se presentó una unidad policial, que al parecer le da soporte al personal de emergencias.

Bueno hasta ahí todo muy bien, pero hubo que esperar màs de una hora a que llegara la ambulancia y aunque reconozco la amabilidad de todo el personal tengo que destacar la  dificultad para mover a mi pariente con una artrosis degenerativa que la mantiene con fuertes dolores.

Tengo que decir que la camilla plástica (dura como roca) le aceleró  e incrementó el fuerte dolor que había sentido durante varios días y que la amarraron a la misma y la cargaron como si de un saco de plátanos se tratara.

El cuerpo se le corrió hacía atrás quedando con la cabeza fuera del camastro, sin que los auxiliares lo advirtieran, pese a que ella se quejaba por llamar su atenciòn.

Dando bandazos (yo iba en el asiento delantero junto al chófer) entre el ulular de la bocina de emergencia, los frenazos porque en este país no se respeta una ambulancia, y la bocina del chófer pidiendo a los conductores que se orillaran, llegamos al centro asistencial mientras mi pariente se quejaba aùn y esta vez además por el dolor del cuello que llevaba fuera de la camilla.

Asombrada de que los auxiliares no se dieran cuenta y no se detuvieran para arreglar la cabeza fuera del camastro, no me quedó mas remedio que agarrarle la cabeza a mi familiar para que no se desnucara.

En fin, que aunque no dejo de agradecer la ayuda brindada, y el servicio prestado, espero no tener que usar este servicio y pido a las autoridades competentes que adiestren al personal sobre la manera más adecuada de trasladar a un enfermo, sin que aumenten sus dolencias, porque la verdad es que a mi pariente la llevaban como si de un saco de papas se tratara.

Por Margarita Brito

Periodista con más de 20 años de experiencia en radio, televisión y prensa escrita. Esposa, madre y abuela. Escribo porque me gusta y porque nada me es ajeno.

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