Miami.– Como parte del compromiso ineludible de combatir la impunidad en los crímenes perpetrados contra periodistas, la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) impulsará a partir de hoy una iniciativa titulada «Voces que reclaman justicia». Esta busca perseverar en el reclamo de justicia y rescatar la memoria de decenas de periodistas asesinados en América Latina durante las últimas décadas. La SIP publicará todos los meses un comunicado sobre un caso emblemático documentado por la organización, en reclamo de justicia y en homenaje al periodista o la periodista en cuestión.

Andrea Mirada, presidenta de la Subcomisión de Impunidad de la SIP y directora de Contenidos y Transformación Digital en Debate Media, de Sinaloa, México, propuso a los medios asociados a la SIP que dediquen un espacio mensual para recordar y mantener viva la memoria de colegas que perdieron sus vidas en el ejercicio de su labor y cuyos casos permanecen sin resolver en la justicia. Para adherir a la campaña, pueden replicar el comunicado, escribir un artículo, un reportaje especial, un editorial o dedicar un segmento en sus programas de radio o televisión, entre otros formatos, agregó Miranda.

«En un contexto donde la libertad de prensa enfrenta desafíos crecientes en la región, reafirmamos nuestro compromiso inquebrantable con la defensa de la libertad de expresión y el derecho de la sociedad a estar informada», explicó Andrea Miranda.

La campaña de la SIP se inicia con el recordatorio del caso del periodista y columnista colombiano Gerardo Bedoya Borrero. Bedoya era el director de la sección de Opinión del diario El País, de Cali, en el departamento del Valle del Cauca, cuando fue asesinado el 20 de marzo de 1997. Era reconocido por denunciar y criticar las conexiones entre fuerzas militares, dirigentes políticos y narcotraficantes, según los registros de la SIP.

En una investigación encargada por la SIP en 1999, la periodista Ana Arana destacó que en sus columnas publicadas dos veces por semana, Bedoya «castigaba duramente a los cabecillas de la droga, quienes se presentaban como ciudadanos cívicos honorables. También criticaba a aquellos caleños que se doblegaban ante los deseos de los traficantes. Su lenguaje, irónico y cargado de desprecio, cortaba como un filo de navaja. Maestro en el uso del idioma, Bedoya se ponía más atrevido semana tras semana. El artículo que le costó la vida fue el editorial titulado «Aunque me llamen proyanqui», publicado el 27 de febrero de 1997, tres semanas antes de que un sicario lo baleara en una calle oscura», según la investigación de la SIP.

 

Bedoya fue asesinado cuando se dirigía a su vehículo tras una visita en un complejo de apartamentos en Cali. Un sujeto se le acercó y le disparó cinco veces en la parte inferior del abdomen; cayó gravemente herido al pavimento. El sicario huyó en una moto. Las versiones policiacas discreparon sobre si fueron uno o dos los asesinos. Los investigadores afirmaron que el delito fue obra de matones profesionales.

 

La investigación oficial inicial estuvo «plagada de verdades a medias y demoras provocadas por rumores», en las que se intentó desvincular el asesinato de su labor profesional, adjudicando el móvil a un presunto crimen pasional, según la investigación de la SIP. Las insinuaciones afectaron «en forma directa la investigación del gobierno, retrasando los procedimientos y sumiendo el caso en una impunidad total».

 

En octubre de 1997, Bedoya fue galardonado de forma póstuma con el premio de periodismo Maria Moors Cabot, otorgado por la Universidad de Columbia, en Nueva York, galardón que distingue la excelencia en el periodismo latinoamericano.

El 23 de septiembre de 1999 la SIP sometió la investigación periodística del caso ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). El 30 de septiembre de 2019, en un acto público y ante la presencia de sus familiares, el Estado de Colombia reconoció su responsabilidad internacional por la falta de investigación del homicidio de Bedoya, como parte de un conjunto de medidas que forman parte del Acuerdo de Solución Amistosa (ASA) firmado en el marco del caso tramitado ante la CIDH.

El reconocimiento representó el inicio en la búsqueda de la verdad para la familia, 23 años después de su asesinato. El 2 de marzo de 2017 Colombia declaró el asesinato de Bedoya crimen de lesa humanidad, lo que implica la imprescriptibilidad del caso pero no garantiza justicia.

Hasta abril de 2020, el trámite de la investigación permaneció en la etapa de recolección de pruebas por más de una década, sin que se haya detenido a ningún sospechoso. Tanto la SIP como la familia han señalado que debido a las demoras en la investigación se perdieron las pistas clave, lo que ha entorpecido adelantar una investigación justa y completa.

Familiares de Bedoya, que mantienen vivo su recuerdo y el reclamo de justicia, expresaron lo siguiente en un mensaje escrito dirigido a la SIP: «Fuiste una persona letrada, hacías valer la verdad y por ello te eliminaron. A 27 años de tu partida y con tu crimen impune, seguirás en nuestros corazones».

«Gerardo Bedoya Borrero no será olvidado; su legado nos impulsa a seguir adelante en nuestra búsqueda incansable de verdad y justicia para todos los periodistas víctimas de violencia letal», afirmó Carlos Jornet, presidente de la Comisión de Libertad de Prensa de la SIP y director periodístico del diario La Voz del Interior de la provincia de Córdoba, Argentina.

La SIP mantiene su compromiso de seguir instando al Estado de Colombia a cumplir «con su obligación de investigar, juzgar y sancionar a los responsables de los hechos, con el fin de establecer los reales móviles que rodearon el homicidio del periodista», tal como establece el acuerdo alcanzado el 16 de agosto de 2019.

La SIP es una entidad sin fines de lucro dedicada a la defensa y promoción de la libertad de prensa y de expresión en las Américas. Está compuesta por más de 1.300 publicaciones del hemisferio occidental; y tiene sede en Miami, Estados Unidos.

Por Margarita Brito

Periodista con más de 20 años de experiencia en radio, televisión y prensa escrita. Esposa, madre y abuela. Escribo porque me gusta y porque nada me es ajeno.

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