Hace unos días fui al colmado a comprar algo que necesitaba rápido y coincidí con un guardia de seguridad (guachiman), quien conversaba con el dependiente y señalaba que cuando estaba con su uniforme, el cual lucía muy orgulloso, la gente le respetaba, pero que cuando iba vestido de civil le ignoraban, le mire extrañada pero no dije nada.

El hombre siguió hablando y en un paréntesis recordó a que había ido al negocio y sacó del bolsillo $50 pesos, mientras pedía dos plátanos. Yo escuchaba, mientras esperaba que le atendieran para que me buscaran lo que había ido a comprar.

El guachiman, muy conversador, explicó que quería cenar con dos plátanos  pero el dependiente le frenó indicando que el dinero no le alcanzaba, ya que un plátano costaba $35 pesos y el solo tenia $50.

«Pero es que me quiero comer dos», dijo el guachiman, «cómete uno», le contestó el colmadero, tan rapido que provocó la risa de las varias personas que esperaban.

«Bueno… yo tengo en la casa dos huevos, me contentare con el plátano y eso», dijo el guardia de seguridad, mientras parado en la puerta miraba a lo lejos como pensando en la cena que iba a darse esa noche, luego miró al dependiente y le dijo: » qué te parece? Luego hizo una especie de chiste, que no pude escuchar y se marchó.

«Maldito loco», dijo el dependiente riendo mientras seguía su trabajo, mientras yo me marché pensando que el pobre hombre se quedaría con hambre tras cenar aquella escasa comida, para al  dia siguiente marcharse a ocupar su puesto de seguridad, en la oficina a la que su empresa le enviara.

Por Margarita Brito

Periodista con más de 20 años de experiencia en radio, televisión y prensa escrita. Esposa, madre y abuela. Escribo porque me gusta y porque nada me es ajeno.

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