Entre los opositores que fueron despojados de la nacionalidad se encuentra el escritor Sergio Ramírez, quien fue vicepresidente de Nicaragua.

El  mundo está sorprendido ante la decisión del gobierno nicaragüense de declarar apátridas a 300 opositores.

El pasado 9 de febrero, las autoridades de Nicaragua dejaron en libertad a 222 opositores del gobierno del presidente Daniel Ortega que estaban presos y los «deportaron» a Estados Unidos, tras declararlos como «traidores de la patria», despojarles de la nacionalidad nicaragüense y privarles de sus derechos ciudadanos de forma perpetua. bbcmundo.com

El mandatario nicaragúense, Daniel Ortega, dijo que fue su esposa, Rosario Murillo, quien le propuso a Estados Unidos que acogieran a los 222 presos liberados. Foto: EPA

La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) condenó al presidente Daniel Ortega y la vicepresidenta Rosario Murillo de Nicaragua por despojar de nacionalidad a más periodistas y calificarlos de «traidores a la patria».

La orden de despojo de nacionalidad y expropiación de bienes dictada por Ortega esta semana afecta a los periodistas Carlos Fernando Chamorro, director de Confidencial y Esta Semana; Wilfredo Miranda, colaborador de El País, España; Lucía Pineda, 100% Noticias; Luis Galeano, Café con Voz; Jennifer Ortiz, Nicaragua Investiga; Patricia Orozco, Onda Local; Manuel Díaz, Bacanal Nica; Álvaro Navarro, Artículo 66; David Quintana, Boletín Ecológico; Aníbal Toruño, Radio Darío; Santiago Aburto, BTN Noticias; Jimmy Guevara, Criterios; Sofía Montenegro, Silvia Nadide Gutiérrez y Camilo de Castro Belli, según la organización Periodistas y Comunicadores Independientes de Nicaragua (PCIN).

El viernes pasado fueron afectados por la misma medida los periodistas Miguel Mendoza, Miguel Mora, Manuel Antonio Obando, Wilberto Artola, Sergio Cárdenas, Cristiana Chamorro y Pedro Joaquín Chamorro, miembros del directorio de La Prensa, y Juan Lorenzo Holmann, gerente general de ese diario y vicepresidente regional por Nicaragua de la Comisión de Libertad de Prensa e Información de la SIP. Todos habían sido expulsados y desterrados como parte de un contingente de 222 personas que llegó en un vuelo charter a Washington DC.

Otros 94  opositores expatriados

Una semana más tarde, este 16 de febrero, otros 94 opositores -muchos de los cuales ya estaban viviendo en el exilio- corrieron la misma suerte: fueron declarados traidores a la patria, despojados de su nacionalidad y privados de sus derechos ciudadanos a perpetuidad.

Además, fueron declarados como prófugos de la justicia y se ordenó el decomiso de los bienes inmuebles y sociedades en las que tuvieran participación.

Ambas medidas fueron tomadas en el marco formal de procesos penales y dadas a conocer como sentencias de tribunales nicaragüenses. No obstante, se trata de acciones duramente cuestionadas por organizaciones y expertos en derechos humanos.

«Advertimos que la deportación es completamente inaplicable en este caso, porque esta es una figura jurídica migratoria que se aplica específicamente a extranjeros que han cometido delitos en este país. Están llamándole deportación a un destierro que está absolutamente prohibido en todas las legislaciones y las normas internacionales de derechos humanos», expresó en un comunicado el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos tras conocerse la expulsión del grupo de 222 opositores.

ACNUR, por su parte, emitió un comunicado en el que expresó su preocupación por lo que ocurre en Nicaragua y recordó que la legislación internacional prohíbe «la privación arbitraria de la nacionalidad por motivos raciales, étnicos, religiosos o políticos».

BBC Mundo se puso en contacto con la oficina de prensa del Poder Judicial de Nicaragua para consultarles sobre los señalamientos hechos en este artículo, pero no se recibió respuesta.

Fernando Fernández, experto en Derecho Penal Internacional y profesor de la Universidad Central de Venezuela, señala que, al convertir a estos opositores en apátridas y enviarlos al destierro, las autoridades nicaragüenses están aplicando una pena infame.

«Ellos no son extranjeros y ahora los convirtieron en nada y en nadie. La decisión de las autoridades de Nicaragua los puso en una situación terrible, porque los deja en un limbo, sin ningún referente. Ningún Estado te va a recibir si no tienes nacionalidad y, en consecuencia, no tienes pasaporte. Y no puedes ir a tu país porque eres nada, eres nadie. Conservas tu nombre, pero desapareces de las actas legales y administrativas del Estado«, dice el experto a BBC Mundo.

Perder la condición de ciudadano

«Cuando pierdes la nacionalidad, pierdes la condición de ciudadano y de persona reconocida por el derecho. Pierdes la ciudadanía y cualquier vínculo con la tierra. ¿Qué te ata a tu tierra? Lo que se llama el ius soli. El hecho de nacer en una tierra», agrega.

Explica que esa pena de destierro era algo que aplicaban los reyes absolutistas y que también existía en el viejo derecho griego como se ve en el caso famoso de Sócrates.

«Es una pena infame porque te condena a lo que los romanos llamaban la muerte civil, porque te quedas sin ninguna capacidad legal. El desterrado se queda sin tierra, sin raíces, sin nada. En la antigüedad era terrible, porque perdías el arraigo a la ciudad y quedabas expuesto a lo que pudieran hacer contigo las fieras o los bárbaros», añade.

Decisión sin precedentes en la región

La directora para las Américas de la ONG Human Rights Watch, Tamara Taraciuk, destacó lo graves e inusuales que son este tipo de medidas en la era contemporánea.

«Esta Human Rights Watch, en la historia reciente de América Latina —Augusto Pinochet, el sanguinario dictador de Chile, lo hizo con nueve personas— y debe ser recibida con una fuerte reacción por los líderes democráticos de la región», dijo Taraciuk en declaraciones a The New York Times.

Fernando Fernández señala que es posible que algunos de los problemas que sufrirán estos opositores nicaragüenses puedan aliviarse si se concreta la oferta del gobierno de España que, en un gesto de solidaridad, les ofreció su ciudadanía, aunque esto no subsana el menoscabo de derechos del que han sido víctimas.

«Esa propuesta del gobierno español lo que hace es mitigar la situación, pero en realidad no borra el crimen ni la injusticia ni la violación de derechos humanos fundamentales y no resuelve la situación de fondo. El irte de tu país en una situación tan dramática como es esta deportación ilegítima, supone un estrés psicológico y un sufrimiento emocional. Es un duelo muy severo«, apunta.

Entre los opositores que fueron despojados de la nacionalidad se encuentra el escritor Sergio Ramírez, quien fue vicepresidente de Nicaragua.

El experto señala que el mundo se ha ido alejando de este tipo de castigo porque es considerado como desproporcionado.

«El derecho penal moderno busca la reinserción del individuo. Si tú condenas a perpetuidad a alguien al destierro ¿cómo y cuándo se reinsertará? Nunca.

«Por eso el derecho penal contemporáneo busca que las penas sean lo más breves posibles dentro de la necesidad histórica y jurídica de imponer una pena y que propendan a la reinserción social. Esa es la razón por la cual la condena a perpetuidad se revisa en todos los países donde existe a los 20 o 25 años», asegura.

«¿Dónde está la traición?»

Fernández también cuestiona que las autoridades nicaragüenses hayan ordenado el decomiso de los bienes de los opositores condenados.

«La confiscación de bienes está ligada a los crímenes más horrendos de la humanidad. Fue lo que hicieron Lenin, Stalin y los comunistas con las personas a las que consideraban burguesas y lo que hizo Hitler con los judíos. También es una pena antigua que ya no se aplica», afirma.

Indica que el derecho penal permite que haya penas patrimoniales, pero cuando hay delitos económicos.

«Si traficas con drogas y compraste una casa con el dinero proveniente del tráfico de droga, te confiscan la casa. Es una pena accesoria dependiente de la principal. Y es normal. Pero no aquí con temas como traición a la patria, que son temas absurdos porque Nicaragua no tiene una situación de guerra», dice Fernández.

«¿Cuándo hay traición a la patria? Cuando hay una declaración de guerra y combate formal entre dos naciones. Entonces, si tú le vendes información al enemigo o te unes al Ejército enemigo de tu país, eres traidor a la patria. Pero en esta situación ¿dónde está la traición?, ¿en que ellos utilizaron los medios de comunicación para hablar mal del Gobierno? Eso no es traición a la patria», apunta.

De acuerdo con las autoridades judiciales de Nicaragua, estas personas fueron condenadas por «cometer actos que menoscaban la independencia, la soberanía y la autodeterminación del pueblo; por incitar a la violencia, al terrorismo y a la desestabilización económica».

¿Delito de lesa humanidad?

En vista de lo ocurrido, Fernández cree que los opositores nicaragüenses pueden acudir a instancias internacionales.

«Esto viola de manera flagrante la propia Constitución nicaragüense, que establece en su artículo 20 la nacionalidad como un derecho, y viola la Convención Americana de Derechos Humanos que señala que toda persona tiene derecho a una nacionalidad y que no se puede privar a nadie arbitrariamente de ella», señala.

Sobre esa base, el experto considera que las personas afectadas podrían acudir a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos -incluso si Nicaragua ya no sigue en la OEA-, pero además cree que podrían hacer una comunicación a la Corte Penal internacional, pues considera que hay elementos para investigar la posible comisión de un crimen de lesa humanidad.

Explica que el Estatuto de Roma establece que los hechos que pueden configurar un crimen de lesa humanidad deben cometerse a través de un ataque sistemático contra una población civil.

«Aquí tenemos un ataque sistemático contra una población civil. Y dos de los crímenes previstos: la persecución y la deportación ilegítima de un grupo o colectividad con identidad propia fundada en motivos políticos», concluye. (bbcmundo.com)

Por Margarita Brito

Periodista con más de 20 años de experiencia en radio, televisión y prensa escrita. Esposa, madre y abuela. Escribo porque me gusta y porque nada me es ajeno.

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