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Santo Domingo.- La mañana de este viernes fui al colmado de la esquina para comprar pan y me llamó la atención ver a un hombre preparar sobre el mostrador una gran cantidad de panes, 15 total, diría luego el dependiente que le ayudaba en la preparación, mientras varias personas que también compraban miraban y le tiraban fotos sonriendo.

«El se va a comer todos esos panes», dijo el dependiente que le ayudaba a cortar en tiras finas varias cebollas que de inmediato colocaba para hacer los «sandwiches», mientras el hombre colocaba las rodajas de unos seis tomates Barceló y tajadas de dos aguacates.

Juan Carlos dice que se come dos libras de arroz, aunque prefiere pan.

«Búscame sal, aceite y vinagre», dijo. Todos mirábamos con sorpresa, yo no podía contener la risa ni la extrañeza, varios dijeron que: «si sigue comiendo así va a durar poco», pero Juan Carlos, como me dijo luego que se llamaba, siguió tranquilo preparando su «banquete».

Corrí a la casa y busqué mi celular para hacerle unas fotos y cuando llegué, casi de inmediato, ya comenzaba a dar cuenta de los panes, preparados sin tomar en cuenta que no se había lavado las manos, sin dar «mente» al coronavirus ni otros virus o microbios, sin servilleta y a manos peladas comenzó a engullir la comida preparada, sentado cómodamente en una silla de plástico.

En menos de medio de segundo y antes de que alguien dijera la palabra «berenjena», ya se había comido cuatro panes, en apenas tres mordidas devoraba uno. No pude evitar mi curiosidad y le pregunté si siempre comía así, a lo que me respondió que si, pero que sólo come una vez al día.

Juan Carlos es un limpiabotas que reside en la zona de Villa Mella y vive sólo. Le gusta realizar su trabajo en el Malecón de Santo Domingo, donde por limpiar un par de zapatos cobra $50 pesos. Dice que se gana hasta $3 mil pesos diarios.

Señala que no le gusta comer arroz, pero cuando lo hace tiene que ser por lo menos dos libras, pero no le gusta comer carne. Hace 20 años que se alimenta de esta forma, no añade nada a su comida, ni jugo ni agua, afirma.

La verdad es que comerse tranquilamente 15 panes, a las 10 de la mañana, sorprendió a la mayoría de los que estaban en el lugar, pero ajeno a las miradas Juan Carlos siguió comiendo tranquilo, para luego trasladarse al Malecón de la avenida George Washington, donde trataría de conseguir clientes para limpiarle los zapatos.

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Por Margarita Brito

Periodista con más de 20 años de experiencia en radio, televisión y prensa escrita. Esposa, madre y abuela. Escribo porque me gusta y porque nada me es ajeno.

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