Margarita Brito
Un día después de que la República Dominicana fuera afectada por las lluvias de la tormenta Beryl, el Malecón de Santo Domingo, una de las playas más hermosas del país, presentaba una escena surrealista, dantesco, es decir horroroso, sobrecogedor.
Toda la basura lanzadas a ríos y cañadas que fueron a desembocar al Malecón. Increíble tal cantidad de basura. Las autoridades comenzaron las labores de limpieza de inmediato, cientos de toneladas de basura han sido sacadas de las aguas por las brigadas de la Comisión Militar y Policial y la Dirección de Mantenimiento de Carreteras del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC), en el Malecón.
Durante ocho dias consecutivos los soldados y brigadistas del MOPC, han trabajado incansablemente para devolver la normalidad a la zona intervenida del litoral sur del Malecón.
También han acudido ciudadanos voluntarios invitados por diversas organizaciones que trabajan en la protección de los recursos naturales, especialmente los marinos, porque realmente la situación es crítica.
Pero de nada valen estos esfuerzos si además no se realiza a traves de las juntas de barriales y entidades gubernamentales y no gubernamentales una concienciación de la gente que reside próximo a cañadas y ríos para que no lancen sus desechos en esos lugares.
También para que se use menos productos plásticos, como sorbetes y vasos, los cuales se utilizan una sola vez y se tiran.
Si el el pueblo no se une para trabajar en la limpieza de los océanos en unos años las especies marinas se habrán reducido al máximo, lo que pone en peligro la vida de las futuras generaciones.