Canciller Miguel Vargas y sec. de Estado de PR, Luis G. Rivera Marín

San Juan, Puerto Rico. El secretario de Estado puertorriqueño, Luis G.  Rivera Marín, en funciones de gobernador interino, le entregó una placa de reconocimiento al ministro de Exteriores dominicano, Miguel Vargas, durante un acto solemne celebrado en La Fortaleza, sede gubernamental la nación vecina.

 

“Por su valiosísima aportación al encabezar la iniciativa del Gobierno de la República Dominicana para ayudar de manera solidaria y generosa al pueblo de Puerto Rico y a su Gobierno a levantarse, así como por apoyar los trabajos de recuperación, tras el devastador paso de los huracanes Irma y María en septiembre de 2017”, reza la placa. 

A seguidas, el texto de homenaje resalta que “En momentos en que todos los residentes de la isla nos enfrentamos al mayor reto en nuestra historia moderna como sociedad, ha sido muy reconfortante y admirable sentir la mano amiga y el apoyo incondicional que agradeceremos por siempre y que nos une aún más como vecinos y hermanos caribeños”. 

El canciller Vargas agradeció el reconocimiento y destacó la vocación solidaria de la República Dominicana con aquellas naciones amigas que requieren su respaldo en momentos difíciles. 

“Puerto Rico y todo el Caribe serán siempre espacios colectivos y entrañables para todos los que habitamos en esta parte del mundo. Es nuestro deber honrar nuestra larga historia de apoyo mutuo cada vez que las circunstancias así lo manden”, recalcó Vargas. 

El ministro de Exteriores dominicano recordó que, en 1979, luego del huracán David, Puerto Rico fue el primer país en tenderle la mano a una maltrecha República Dominicana. Entre otras acciones, brigadas de técnicos boricuas lograron reconectar a la región sur a las líneas de transmisión y reestablecer el servicio eléctrico en los pueblos de esa parte de la geografía dominicana.

Por Margarita Brito

Periodista con más de 20 años de experiencia en radio, televisión y prensa escrita. Esposa, madre y abuela. Escribo porque me gusta y porque nada me es ajeno.

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