Margarita Brito

El país está viviendo en los últimos años una ola de violencia extrema, en la cual los feminicidios, los abusos sexuales y verbales, el robo y la delincuencia en sentido general campean.

Gran parte de la responsabilidad por está situación la tienen los padres. Hogares rotos, donde la madre cría sola a los hijos. Padres que se desentienden de sus hijos e hijas y que además de abandonar el hogar, se olvidan de contribuir económicamente para el sustento de los niños.

La mayoría de las películas tratan sobre la violencia, las drogas, el crimen, muchas enseñan como matar, preparar bombas, a robar y las telenovelas han endiosado a los narcotraficantes, de los cuales cuentan sus hazañas como si fueran súper héroes a imitar.

Llevando a muchos jóvenes a pensar que hay que tener dinero y la ropa y el zapatos de marca y carros de lujos, sin importar cómo lo obtienen, y como muchos no quieren estudiar ni trabajar lo más fácil es caer en la delincuencia.

Pero también hay otros padres y madres, que aunque mantienen a los hijos, no les brindan su tiempo ni la atención que ameritan, se los dejan a la televisión o a la persona que los cuida, que muchas veces no tiene la preparación ni escolar ni moral para hacerse cargo.

Los pequeños se quedan frente al televisor durante horas absorbiendo toda la programación que ofertan los canales locales o internacionales, una programación infantil con muchos programas, que aunque supuestamente es para niños, llevan mensajes negativos.

Series de televisión que sólo promueven el uso de drogas como un pasatiempo normal, así como la homosexualidad, el lesbianismo, el adulterio, el engaño, la mentira y la corrupción en sentido general y cuyos trasladan propia vida de desenfreno al personaje que escenifican.

Tal es el caso de Charlie Sheen, uno de los protagonistas de la serie Two and a half men (Dos hombres y medio), quien en la serie hace gala de su promiscuidad, abuso del alcohol , drogas y del engaño.

En la vida real Sheen reconoció que tiene Sida, debido a su promiscuidad y su adicción por las actrices de películas pornográficas. El actor fue demandado por tres de esas actrices con quienes tuvo relación, debido a que no les informó que era positivo del VIH.

Muñequitos o cartones animados, incitan a la violencia, como Puca y otros, que a pura risas explotan la cabeza de otros personajes o los descuartizan, Los Simpson, una serie conocida,  es cierto que da mucha risa, pero si se analiza tiene además de violencia, promoción de anti valores.

Y ni qué decir de South Park, cartones animados que protagonizan unos supuestos niños que saben todo lo que no deberían, todo esto salpicado de malas palabras. Eso para poner sólo un ejemplo.

En un país donde tantas niñas son madres a destiempo, no es raro que estas por carecer de madurez se resistan, una vez han tenido a su hijo a quedarse cuidándolos.

Veo casi a diario como algunas de estas niñas-madres pasan por mi casa con uno o dos niños arrastras que apenas pueden caminar, llorando porque quieren que los lleven en brazos y ellas molestas, le hablan mal y hasta lo pegan.

Por esta razón me pareció muy oportuno que en algunos liceos, los adolescentes tengan que hacer prácticas con muñecos que les exigen su tiempo y atención, para que comprendan la responsabilidad de tener hijos.}

Pude ver a un grupo de niñas en el supermercado, cada una con su bebé-muñeco, al que tenían que atender como si fuera un niño verdadero.

Con este tipo de acciones, así como la concienciación a los padres y madres, además de las instituciones del gobierno, las juntas de vecinos, las escuelas, clubes e iglesias, para educar en valores, enseñarles a respetar a los mayores, las leyes de tránsito y sobre todo educar en amor al prójimo, tal vez el país marche hacía adelante.

Ya que en la actualidad es penoso, pero vamos hacía atrás, la gente tiene que aprender a hablar sin malas palabras, a no orinar en la calle, como veo en cualquier rincón de acera a vendedores y choferes de vehículos públicos y sobre todo a no tirar basura.

 

Por Margarita Brito

Periodista con más de 20 años de experiencia en radio, televisión y prensa escrita. Esposa, madre y abuela. Escribo porque me gusta y porque nada me es ajeno.

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