Su discapacidad auditiva no le ha impedido ser y hacer lo que ha querido.

A Dajabón fuimos para conocer la historia de Rut, la maestra. La docente.

Su hijo Usías sirvió de intérprete del lenguaje de señas para conversar con ella.

“Antes aquí no había escuela para sordos y no podía comunicarme”, recuerda. Dura niñez.

Rut era inquieta y convenció a sus padres para que la dejaran venir a la capital a estudiar. “Quería ser profesora y enseñar”, dice.

Hacía el trayecto Dajabón-Santo Domingo, se quedaba a dormir en casa de una tía, estudiaba y también trabajaba vendiendo panes.

Cuando terminó sus estudios, Rut se casó y, embarazada, decidió regresar a su pueblo a realizar su vocación. Regó la voz, puso letreritos y repartió volantes en los que se leía que ella daba clases para sordomudos.

Con sus manos educa a más de 30 niños que aprenden a comunicarse, a compartir sus razonamientos, a preguntar y a decir lo que quieren decir.

El empeño que empezó en la galería de la casa fue reconocido por el Gobierno y ahora Rut es maestra nombrada por el Ministerio de Educación.

Para Usías, su madre es «una buena profesora, una mujer que tiene mucho conocimiento…, la quiero demasiado!”.

Como Rut hay muchas mujeres dominicanas, cuyas discapacidades no limitan sus sueños. Ni sus derechos.

En el gobierno de Danilo Medina celebramos y promovemos que así sea.

Por Margarita Brito

Periodista con más de 20 años de experiencia en radio, televisión y prensa escrita. Esposa, madre y abuela. Escribo porque me gusta y porque nada me es ajeno.

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