Un sargento de policía de Hastings (Michigan) reclama medio millón de dólares a su ciudad por los comentarios racistas de sus compañeros. El policía, Cleon Brown, es blanco. O, por lo menos, siempre se había identificado como tal. Pero todo cambió cuando reveló al resto de agentes con los que trabaja que había descubierto, con 47 años, que un 18% de su sangre es de antepasados del África subsahariana tras hacerse una prueba de ADN.

De acuerdo a un informe de elpais.com, Brown dijo al diario The New York Times  que lo celebró con “orgullo”. Su padre, con el pelo más rizado y la tez más oscura, siempre le había contado que sus antepasados habían sido Americanos Nativos.

El policía no lo había puesto en duda hasta que su hija fue diagnosticada con una enfermedad que suelen padecer los afroamericanos y resultó que la respuesta, y el secreto, estaba en sus genes.

La revelación de Brown, según alega el agente, llevó a sus compañeros a llamarle “Kunta” —en referencia a un personaje de la serie de televisión Raíces—, dejarle una figura de Santa Claus negro con el 18% escrito en la barba en las pasadas navidades o susurrarle las palabras “Black Lives Matter” cuando pasaban por su lado, informó elpais.com

“Siento que me ha abierto los ojos”, declara el agente refiriéndose al racismo en su país. Brown ha conocido su verdadero pasado en un momento de intensa división racial en Estados Unidos tras las muertes de varios afroamericanos por disparos de la policía, grabadas o retransmitidas en directo en algunos casos, y que inspiraron el movimiento ciudadano Black Lives Matter contra la violencia policial y el racismo.

Brown demandó al ayuntamiento de su ciudad en un supuesto caso de racismo tejido con la complicada historia racial de EE UU desde la época de la esclavitud.

El sargento ha reconocido, por ejemplo, que su padre afirmó siempre que sus antepasados eran Americanos Nativos, pero no africanos.

Historiadores estadounidenses han documentado miles de casos de afroamericanos que “se hicieron pasar” por blancos gracias a su tez más clara para evitar ser víctimas de la discriminación.

Ese fue el caso de miles de soldados que se inscribieron como blancos en el Ejército durante la Segunda Guerra Mundial para, a su regreso, poder hacerlo como ciudadanos de primera clase y no volver a quedar atrapados por las políticas de segregación racial. Y es también la historia de los hijos de Anatole Broyard, un crítico literario del Times que labró toda su carrera en el Village de Nueva York como un escritor blanco. Poco después de morir Broyard, sus descendientes supieron gracias a  un artículo de la revista New Yoprker que había nacido en Nueva Orleans de padre y madre negros.

Por Margarita Brito

Periodista con más de 20 años de experiencia en radio, televisión y prensa escrita. Esposa, madre y abuela. Escribo porque me gusta y porque nada me es ajeno.

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