Parte de la infraestrutura para los juegos
Parte de la infraestrutura para los juegos

RÍO DE JANEIRO — La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, quizá se enfrente a un juicio político. La economía del país está en declive. Los ríos, lagos y canales que se utilizarán para los juegos olímpicos están contaminados. Y las instituciones de salud pública a nivel global intentan controlar la epidemia del virus de Zika, destaca un reportaje del NYTimes.

 

A menos de 100 días de la primera inauguración de unos juegos olímpicos en América del Sur, Río de Janeiro debe superar varios retos internos además de los que ya suelen importunar a las ciudades anfitrionas (como retrasos en la construcción de estadios y problemas de transporte) .

Sin embargo, el ambiente no es de pánico. Los funcionarios a cargo de los Juegos Olímpicos de Brasil comentan que se sienten aislados de la conmoción general de Brasil en esta etapa final antes de los juegos. Después de todo, las olimpiadas tienden a existir en su propia burbuja, producto de una compleja coordinación que garantiza el desarrollo de una operación tan cara y compleja.

“La maquinaria está en su lugar y es relativamente estable”, declaró la semana pasada en una entrevista Ricardo Leyser, ministro del Deporte de Brasil. “Mi mayor preocupación no es un problema individual. Son las pequeñas cosas que pueden presentarse al mismo tiempo”.

Los organizadores locales comienzan a tapar las camas de la villa olímpica con cobertores coloridos que despliegan siluetas de ciclistas, tiradores y nadadores. También monitorean cómo crece el césped que se sembró hace 14 meses para trasplantarse a Maracanã, el enorme estadio de fútbol donde se celebrarán las ceremonias de inauguración y de clausura.

Además, sacan basura de la Bahía Guanabara, donde se realizarán los eventos de navegación de los juegos y eliminan parches de agua estancada para reducir al mínimo la proliferación de mosquitos. Finalmente, están encargados de poner en marcha una operación de seguridad que funciona las 24 horas del día sin pausa. Llevan a cabo todas estas actividades, mientras en público expresan muy poca preocupación por el ambiente de inquietud.

El miércoles pasado, con la entrega de la llama olímpica en Grecia y el inicio de una jornada que en poco más de una semana la llevará a Brasil, comenzó el conteo oficial para la ceremonia de inauguración el 5 de agosto.

En Río, se intensifican los preparativos mientras los trabajadores de la construcción todavía trabajan en proyectos de transporte masivo que fueron promesas clave hace siete años para que la ciudad fuera seleccionada como sede de los olímpicos. Estos proyectos, con un costo de varios miles de millones de dólares, incluyen una nueva línea de tren subterráneo y carriles exclusivos para autobuses que conectan el Parque Olímpico de Barra da Tijuca con el resto de la ciudad, donde se espera que se desplacen más de medio millón de visitantes.

Tal vez el problema más complicado para los organizadores y el que más puede generar ansiedad entre atletas y espectadores, sea el virus de Zika, que se transmite a través de los mosquitos y se ha vinculado con defectos de nacimiento y parálisis temporal.

El virus de Zika es motivo de mayor preocupación fuera de Río, en el extremo norte de Brasil, pero la Organización Mundial de la Salud declaró al virus como una emergencia pública global y recomendó a las mujeres embarazadas no viajar a ninguna parte de Brasil.

“Los juegos olímpicos pueden ser una ocasión muy propicia para que cualquier enfermedad local se convierta en global”, subrayó Ashish K. Jha, director del Global Health Institute en Harvard.

Algunos científicos han sugerido que, para cuando comiencen los juegos en agosto, a principios de la temporada de invierno en Brasil y la época en que hay menos mosquitos, es posible que el virus esté más extendido en la región sur de Estados Unidos.

“El zika se ha extendido con gran eficacia por sí mismo, pero es muy lógico pensar que los juegos olímpicos pueden acelerar su diseminación”, expresó Jha.

El virus constituye un problema único porque está fuera del control de los organizadores y todavía hay muchas preguntas sin respuesta. Pocos atletas han expresado preocupación en público, pero no se sabe cuántos decidan retirarse antes de las olimpiadas.

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“En este momento, solo seguimos adelante”, comentó David Wallechinsky, historiador de los juegos olímpicos. “Debes continuar con la idea de que todo saldrá bien. Estas preocupaciones, como el zika o la calidad del agua, son reales. Pero ni la destitución de Dilma va a evitar que se realicen los juegos.”

Por Margarita Brito

Periodista con más de 20 años de experiencia en radio, televisión y prensa escrita. Esposa, madre y abuela. Escribo porque me gusta y porque nada me es ajeno.

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