Miles de feligreses participaron en una procesión organizada por la Iglesia Católica en una jornada de reflexión y de fortalecimiento de la fe.
Se trató de la marcha por la Fe, en ocasión del primer viernes de la cuaresma, con el lema “Vive y proclama tu fe”, con un recorrido que inició en la avenida Anacaona y concluyó en la Casa San Pablo.
Hombres, mujeres, jóvenes, ancianos y niños atravesaron distintas calles de Bella Vista, los Jardines del Embajador, con una oración a flor de piel, en una muchedumbre compacta en la que alabaron al Señor y entonaron Miguel Vargas cánticos de exaltación y gloria.
La jornada fue encabezada por los obispos auxiliares de la Arquidiócesis de Santo Domingo, monseñores Amancio Escapa y Pablo Cedano.
Luego de la marcha, que se constituyó en una procesión a la que se unían incluso los vecinos de los condominios que estaban en ruta, fue oficiada una misa de acción de gracias en la Casa San Pablo.
Monseñor Amancio Escapa manifestó la necesidad de que el pueblo cristiano viva y proclame la fe y exhortó a vivir la cuaresma como un camino hacia la Pascua y hacia la resurrección de Jesús.
Dijo que no es suficiente tener fe, resaltando la necesidad de proclamarla, de sacarla a la calle y de hacerla llegar a todo el pueblo.
“Pero para que esa fe sea auténtica y verdadera tenemos que abrirnos al pueblo, proclamarla a los demás, para que los demás puedan tenerla, y, como nosotros, tener esa comunión con Dios”, dijo.
Escapa añadió que hay que abrir la puerta para comunicar la fe en Dios, “por eso vive y proclama tu fe”.
Dijo que este tiempo de cuaresma la Iglesia propicia unos días de reflexión y de adentranos en nosotros mismos para ver, primero cómo vivimos la fe, qué es lo que tenemos que seguir y qué es lo que se debe ir eliminando.
“La Iglesia nos invita a esa conversión, a ahondar en las exigencias de nuestra fe y vivir con todas las consecuencias que lleva consigo esa forma de vida”, dijo.
Explicó que hay que resumir todo el mensaje de Jesús en el Sermón del Monte, en el Sermón de la Bienaventuranza y no quedar solo en el relato, sino en las acciones que conduzcan “con nuestro modo de pensar”, a ver las cosas y decir bienaventurados los pobres, bienaventurados los que lloran y ver el camino del fortalecimiento de la fe.