Margarita Brito

La pandemia del #coronavirus (covid-19), que ha contagiado a millones de personas alrededor del mundo y provocado la muerte de cerca de medio millón, ha motivado que los gobiernos de todo el mundo las estadísticas o número de contagiados, muertos y recuperados.

Pero más allá del dato estadístico cada caso es un universo unicelular, la mayoría de quienes mueren tenía una familia, tenía logros, deseos, objetivos, es decir no era sólo un número, sino además un cuerpo y alma.

El covid-19 ha causado que muchos de los fallecidos hayan sido enterrados sin dignidad, en fosas comunes, sin que sus familias le dieran el último adiós, sólo han sido un número, un dato estadístico.

El coronavirus ha obligado a los ciudadanos alrededor del mundo a cambiar hábitos rutinarios de vida. Salir de casa para ir al supermercado, el banco o a la farmacia es toda una odisea.

Cuando a finales de noviembre se hablaba de coronavirus en la provincia China en Wuhan, lo veíamos lejano, algo que aquí no llegaría, pero en apenas cuatro meses no sólo llegó y arropó a todo el país, sino también al resto del mundo con escasas excepciones.

Aquellos que con sorpresa y alarma exclamaban y se quejaban contra los primeros contagiados en el país, como fue la diseñadora Jenny Polanco, quien lamentablemente murió, hoy ven como los enfermos de covid 19 se han multiplicado por todo el país y en la mayoría de los casos porque la gente ha violado la cuarentena.

Ya apenas se habla del murciélago supuesto propagador ni de la creación del virus en laboratorio y que Estados Unidos y China se culpan mutuamente de su propagación, mientras la cura, la vacuna que es fundamental para evitar tantas muertes, no se sabe cuando estará lista.

En tanto, los fallecidos pasan a ser eso: un número, un dato estadístico, aunque no así para los familiares que sufren la pérdida, lloran por sus seres queridos idos a destiempo y rezan para no ser ellos también víctimas de este virus coronado que deja a su paso muerte y dolor.

Por Margarita Brito

Periodista con más de 20 años de experiencia en radio, televisión y prensa escrita. Esposa, madre y abuela. Escribo porque me gusta y porque nada me es ajeno.

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