José Rafael Sosa
Santo Domingo, R. D. — Quien diga que en República Dominicana nunca pasa nada nuevo, tiene una razón: no estuvo este jueves en el techo del Hotel Weston, en Santo Domingo.
En una noche en la que la música se volvió espacio y el espacio se volvió emoción, la banda Pororó marcó un antes y un después en la manera de vivir los conciertos en República Dominicana.
Allí, bajo el cielo de la capital, la banda Pororó protagonizó el primer concierto inmersivo del país, una experiencia que fusionó arte musical, tecnología tridimensional y una atmósfera de intimidad absoluta entre los artistas y su público.
En el concierto, a diferencia de muchos eventos de este tipo, no hubo zonas VIP, ni special guests, ni backstage.
En su lugar, un formato de cercanía total donde la única distancia entre banda y espectadores fue la emoción compartida. Los asistentes vivieron esa experiencia “de primera vez”, sonido, identidad musical dominicana servirá en una atmósfera inmersiva como no había sido experimentado antes.
El espectáculo —que muchos describieron como un hito en la escena musical dominicana— integró tecnología de vanguardia con una propuesta artística contemporánea.
Por primera vez en el país se utilizó un sistema de sonido inmersivo L-ISA de L-Acoustics, reconocido internacionalmente por ofrecer un paisaje tridimensional que envuelve al oyente en cada matiz del sonido.
A lo que se sumó el componente visual, a cargo de la plataforma VIOSO 6, que permitió proyecciones en 270 grados que cubrían el derredor, sincronizadas con precisión milimétrica con el contenido audiovisual y el espacio escénico.
Los sistemas fueron implementados por Domono Studio (proyección) y BME (sonido), logrando una integración perfecta entre imagen y sonido que convirtió el concierto en una experiencia multisensorial única.
De la apertura al clímax
La velada inició con las presentaciones de Josean Jacobo, Edgar Molina y Snenie, tres artistas de sólida trayectoria en la música dominicana contemporánea. El cierre llegó con la fuerza del saxofonista Sandy Gabriel y la voz cautivante de Lena Dardelet, quienes acompañaron a Pororó en un desenlace cargado de energía, virtuosismo y emoción colectiva.
El formato del evento rompió los moldes tradicionales: sin jerarquías de asientos ni distinciones entre asistentes, todos compartieron un mismo espacio, respirando la música desde una misma cercanía.
Pororó
Pororó se define como un colectivo artístico que encontró en la música su primera forma de expresión. Su propósito: forjar una identidad sonora propia, inspirada en la riqueza cultural dominicana y proyectada hacia el futuro.
Su propuesta celebra las raíces folclóricas desde una mirada contemporánea, tendiendo puentes entre generaciones y defendiendo una estética esencial, minimalista y honesta. La agrupación concibe su arte como una búsqueda de trascendencia y libertad creativa, compartiendo con el público una voz que refleja la sensibilidad y los desafíos de su tiempo.
Más allá de la tecnología, lo que marcó la diferencia fue la atmósfera transformadora. Al ascender al noveno piso del Hotel Weston, el público ingresó a un entorno inmersivo que rompía con la rutina urbana y abría paso a un universo sensorial compartido.
“En República Dominicana, el techo no es muy alto… pero el vaso hay que llenarlo”, comentó uno de los organizadores, frase que quedó resonando como metáfora del carácter pionero del evento.
El concierto inmersivo de Pororó fue posible gracias a la colaboración de diversas empresas y proyectos colectivos: BME, Backline, Domono Studio, Weston Hotel, o11ce, Greb, Dime, Backstage Productions, Caballá Films, Leblanc Studios, m33, Eva’s Garden, Cete Invita, Siboney y Otto.