Una parodia de la Última Cena, cuadro realizado por Leonardo Da Vinci, que plasma un momento fundacional del cristianismo, origen de uno de sus principales sacramentos, fue realizada por drag queens, durante la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos París 2024 ha concitado una ola de reacciones de indignación.
Los obispos franceses en un comunicado señalan que los organizadores de este espectáculo parecen haber olvidado que el lema de las olimpíadas -“Más rápido, más alto, más fuerte”- pertenece a un fraile dominico. infobae.com
La Conferencia de Obispos de Francia (CEF, por sus siglas en francés) emitió un comunicado en el que lamenta “las escenas de escarnio y burla al cristianismo” durante la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de París, a la vez que rescata “momentos de belleza, alegría, rico en emociones y universalmente saludados”. En efecto, la inauguración de los juegos combinó, a lo largo de excesivas cuatro horas, algunos momentos de belleza muy logrados -realzados por el escenario de la siempre hermosa capital francesa- con otros francamente antiestéticos e incluso chocantes en su contenido.
Una blasfemia
La escena que motivó el comunicado de la CEF es por otra parte absolutamente gratuita, innecesaria, nada tiene que ver con el espíritu olímpico que apunta a la concordia y a la fraternidad universal.
“Agradecemos a las personas de otros credos religiosos que han expresado su solidaridad. Esta mañana, pensamos en todos los cristianos de todos los continentes que han sido heridos por el ultraje y la provocación de algunas escenas”, señalaron los obispos de Francia.
Javier Tebas Medrano, presidente de La Liga, como se conoce a la liga profesional de fútbol de España, se refirió a la blasfemia como algo “inaceptable, irrespetuoso, infame! Usar la imagen de la Última Cena en los Juegos Olímpicos de París es un insulto para los que somos cristianos. ¿Dónde queda el respeto por las creencias religiosas?”.

Uno de los prelados más conocidos en la Iglesia Católica en Estados Unidos y Obispo de Winona Rochester en Minnesota, Mons. Robert Barron, alentó a los católicos a “hacer que sus voces se escuchen” en respuesta a lo que llamó una “burla grosera contra la Última Cena”.
Es llamativo que, en una ceremonia pretendidamente diversa e inclusiva, y en un evento tan universal como lo son las Olimpíadas, los organizadores hayan dedicado una parte del desfile a intentar ridiculizar a una religión. Y no a cualquiera, sino a la fe de sus mayores, a la religión fundante de la nación francesa. Recordemos que Francia considera al jefe franco Clovis (Clodoveo), como su primer rey. Éste, con su conversión al catolicismo logró imponerse y unificar a diversos pueblos dando nacimiento al Reino franco y a su primera dinastía, la merovingia. Clovis tuvo por principal consejero a lo largo de todo su reinado al obispo de Reims, el futuro San Remigio.
s organizadores de esta inauguración parecen ignorar el rol desempeñado en la concepción de los modernos juegos olímpicos por el fraile dominico Henri Louis Rémy Didon, (1840-1900), creador del lema de los JJOO: “Citius, Altius, Fortius” (“Más rápido, más alto, más fuerte”). El Barón Pierre de Coubertin, fundador de los JJOO de la era moderna, se inspiró en las enseñanzas de este director del colegio San Alberto Magno de París, cuya pasión por el deporte se combinaba con la vocación educativa y que fue uno de los primeros en subrayar la importancia de esta actividad en la formación juvenil. De él tomó la divisa de los JJOO.
Alguien destacó, entre los muchos comentarios que suscitó la grotesca escena, una breve nota de Ferghane Azihari, analista político y ensayista, de familia musulmana, investigador en dos destacados think tanks franceses: el Instituto de Investigaciones Económicas y Fiscales (IREF) y en el Instituto Económico Molinari. Aun reconociendo la “incuestionable proeza técnica” de la ceremonia, Azirahi apuntó contra la manía de ciertos artistas, o pretendidos artistas, de destacarse no por su obra en sí sino por la capacidad de “provocar”.
“Leyendo los comentarios de observadores que se deleitan por ‘haber puesto a los fachos y a los reaccionarios en PLS (impotentes)’, se entiende que para algunos el éxito de una performance artística está en función de su capacidad de asquear y no de convocar en torno a una estética universal”, escribió.
Azihari se preguntó por la concepción del arte que yace detrás de este “placer venenoso de burlarse del prójimo”. También señaló que son más los turistas que vienen a Francia para admirar los cuadros del Louvre que para admirar un árbol inflable en place Vendôme, en alusión a la manía de colocar objetos modernos en ruptura con la armonía estética que caracteriza a París. Y otras ciudades.

