Una voz desligada del mercadeo, expone su experiencia de movilidad eléctrica, ampliando con un enfoque personal, los listados de ventajas que reciclan entre si los fabricantes y vendedores. Una mirada distinta, objetiva y desinteresada.
José Rafael Sosa
Sin dudas que el carro eléctrico, a pesar de todas las teorías de conspiración que le acordonan, es el gran fenómeno de la movilidad. Hay que evitar la idea de “modernidad” cuando se habla de vehículos eléctricos. La producción de los vehículos eléctricos no es de ahora y viene de 1888, cuando aparece en Alemania el que es considerado como el primer coche eléctrico, el Flocken Elektrowagen, inventado por Andreas Flocken.
Ese vehículo tenía el diseño de una calesa, cuatro ruedas, un motor de 0,7 kW, una batería de 100 kg y alcanzaba los 15 km/h. Pero para llegar hasta este momento, ha tenido que pasar tiempo, experimentación, muchas pruebas, pero se ha logrado, al fin, tener a disposición unidades.
Muchos fabricantes y vendedores, con el primario deseo de vender unidades, han producido listados (generalmente decálogos) sobre sus ventajas, que se encuentran en internet ya desglosado debido a que se supone que hay que ahorrarle a la gente el pensamiento profundo.
¿Qué piensa, que experimenta, que siente un simple conductor de una unidad movida por fuerza eléctrica?
¿Hay ventajas reales respecto de los vehículos de combustión interna? ¿Cuáles son?
¿Hay algunas que exceden el listado promedio de ventajas que cada vendedor tiene estandarizada?
Reflexionando y sin desechar algunas de las ventajas que objetivamente levanta la industria eléctrica, he logrado definir algunas ventajas, que usted no va a encontrar en internet:
1-Ruptura personal de esquemas y atreverse a experimentar lo nuevo. La aceptación de esta forma de movilidad es una forma de expresión de búsqueda de soluciones a problemas mayores que la sola solución de trasladarse de un punto a otro, de forma sostenible. Es
esta conducción expresa de sana rebeldía social contra lo establecido 2-Transformación del conductor en símbolo de nuevas prácticas ambientales. Ser portavoz, ejemplo y estandarte de una nueva forma de comportamiento social, aplicado a la movilidad, un factor tan traumatizante en las sociedades.
3-El disfrute del Silencio. El encendido de una unidad eléctrica, no produce ruido alguno. Solo una sensación de movimiento suave, similar al desplazamiento en un carrito de golf, pero sin el ruido que estos producen. La sensación de movimiento en silencio, de sentir que la unidad se mueve, es una experiencia que, además de singular, es satisfactoria. Es la primera forma de respetar el ambiente.
4-La no producción emisiones. Estas unidades no generan ninguna emisión de gases contaminantes, por lo que son la mejor opción para respetar al medioambiente, transformando la forma de transportarse en una experiencia sin sentido de culpa. La Agencia Europea de Medio Ambiente, un carro de gasolina de tamaño mediano emite de media unos 143 gramos de CO₂ por kilómetro; y uno eléctrico de características similares (que utilice para recargarse el actual mix eléctrico medio de la UE) entre 60 y 76 gramos de CO₂, es decir, entre un 47.
5-El bajo costo de carga eléctrica. El costo de cargar un automóvil eléctrico es muy inferior al de uno tradicional. En el caso de mi unidad, estoy ahorrando cerca de un 60 por ciento de lo que gastaba antes en combustible. Mi carga personal me ha sumado un promedio de cuatro mil pesos mensuales a mi cuenta de energía, incomparable con los 17 mil (promedio) de gasolina que consumía con mi anterior unidad de combustión.
6-Más facilidades financieras para la adquisición. Ha llegado el tiempo en que los bancos han incluido los vehículos eléctricos, entre los planes de su propia responsabilidad social, procurando su aceptación por parte de los conductores a los que plantean facilidades en sus proyectos de expo ferias de movilidad. Recuerdo el tiempo en que requería información en bancos, información sobre financiación de unidades eléctricas, y la respuesta era: “No hay financiamiento disponible”.
7-Mantenimiento casi inexistente. Estas unidades tienen muy pocos costos de mantenimiento, ya que no necesitan cambios de aceite, filtros, lubricantes… Solamente requiere las revisiones periódicas: el aire, los neumáticos, el líquido de frenos, los filtros de polvo y culan, y zonas de acúmulo de polvo.
8— Final feliz del círculo vicioso: Taller-reparaciones-mantenimiento-engaño y fraude por de mecánicos (excluidos los talleres responsables, que por suerte existen). Los vehículos eléctricos, al no tener ni motor convencional, ni cambio de marchas con cloche, tienen una muy baja tasa de averías cercana al 0%, ya que cuentan con pocos elementos en movimiento expuestos al desgaste.
9-La generación de energía a partir del uso del freno (E-Pedal). Un freno que genera energía o freno regenerativo. El motor de los automóviles eléctricos funciona como un generador durante el frenado del mismo, por lo que se aprovecha la energía de las frenadas para recargar sus baterías. Así, el carro devuelve energía al sistema. Estas unidades aprovechan la energía cinética que se produce durante el frenado para recargar parcialmente las baterías.
10-Mayor eficiencia del motor. La industria automotriz eléctrica impulsa cada vez mejores y más eficientes La cantidad que implica el mantenimiento de una unidad eléctrica es muy inferior en comparación con los coches convencionales.
11-Comodidad y confort. Estos vehículos son expresión de comodidad en su desplazamiento. No hay explosiones en el proceso de combustión y sin sistema de escape. Son muy suaves y agradables de conducir al no tener ni embrague, ni caja de cambios. Estas son solo algunas ventajas, pero hay muchas mas.