Cuando Dean Karnazes trató de averiguar cuál era el límite de lo que podía correr sin parar no fueron sus piernas las que flaquearon. Lo que detuvo al ultramaratonista estadounidense después de tres días y tres noches corriendo fue el sueño.

“Cuando llevaba más de 500 kilómetros y 81 horas corriendo sin parar creo que encontré mi límite. Pase dos noches sin dormir y estuvo bien, pero en la tercera comencé a alucinar, me quedaba dormido corriendo y entendí que ese era el límite funcional que un humano podía alcanzar, por lo menos en cuanto en mi”, le dijo Karnazes a la BBC.

El corredor también ha completado 50 maratones en 50 días y ha recorrido 217 kilómetros sin parar por el Valle de la Muerte en California con temperaturas que rondan los 49ºC y por el polo sur, donde el termómetro está a -25ºC.

Lo que diferencia a Karnazes de la mayoría de los seres humanoses que para él no hay un umbral láctico o anaeróbico que lo limite, como ocurre hasta con el más dotado de los atletas olímpicos.

En toda su vida nunca ha experimentado una fatiga muscular o ha sufrido calambres. Para él no hay un límite físico, sino mental.

No descubrió hasta los 30 años lo que podía hacer

Karnazes nunca hubiera conocido lo que ocurre en su cuerpo de no haber sido por lo que pasó la noche de su cumpleaños número 30.

“Estaba en un bar, haciendo lo que hacemos en Estados Unidos el día de tu cumpleaños, bebiendo con mis amigos”, contó.

“Tenía un muy buen trabajo en San Francisco como ejecutivo y todo lo que te puedes imaginar -un auto de la compañía, acciones, seguro de salud- pero me sentía miserable . Y tuve una epifanía: ‘sal del bar’”, recordó durante su participación en el programa de la BBC Incredible Medicine: Dr Weston’s Casebook (Medicina increíble: el libro de casos del Dr. Weston).

“A las 11 de la noche, borracho, corrí 48 kilómetros en el medio de la noche. Mientras corría fue la única vez en la que en verdad me sentí con vida y cuando más me sentí vivo fue cuando sentía que me costaba”.

Karnazes fue un asiduo corredor durante su infancia, pero lo había dejado durante su adolescencia, por lo que incluso él se sorprendió esa noche que no sentía fatiga muscular después de 15 años de inactividad.

Una vez de regreso a la carretera fue superando sus metas, pero no fue hasta 2006 que supo que era biológicamente diferente al resto.

“Me enviaron a un centro en Colorado”, le contó Karnazes en una entrevista con el periódico británico The Guardian. “Primero realizaron una prueba de mi capacidad aeróbica y los resultados fueron consistentes con los de otros atletas altamente entrenados, nada extraordinario”.

“Después me sometieron a una prueba de umbral láctico. Dijeron que el examen duraría 15 minutos y pararían. Después de una hora lo detuvieron y dijeron que nunca habían visto nada igual antes”.

Por Margarita Brito

Periodista con más de 20 años de experiencia en radio, televisión y prensa escrita. Esposa, madre y abuela. Escribo porque me gusta y porque nada me es ajeno.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *