Trayecto que realizaron
Trayecto que realizaron

Elmundo.es

«Papa Francisco, que Dios te bendiga. Somos latinos, de un país católico. Sea Dios quien te trajo. Necesitamos tu ayuda«, proclamaba una de las pancartas con bandera de la República Dominicana a ambos lados, que mostraron al Papa durante su visita a la prisión de refugiados de Moira, el sábado pasado.El ruego lo hacía un grupo de balseros latinos, muy raro por estos lares, que se hizo a la mar, a 9.000 kilómetros del Caribe, «para vivir libremente».

Son 28 dominicanos y un ecuatoriano, 12 de ellos mujeres, una de ellas embarazada. Duermen a suelo pelado o en tiendas de campaña. Cuando el sol apisona se asfixian; cuando llueve, se les cala todo. Al mediodía comen un pequeño tupper con ensalada, un bollo y un zumito. Por eso se ven obligados a comprar comida a través de la verja a uno de los tenderos que, estratégicamente colocados cerca del centro de arresto, a un precio abusivo.

El grupo no viajó junto desde su país de origen, y optó por la lejana costosa vía griega -un pasaje para cruzar el Egeo desde Turquía, cuyos requisitos para obtener el visado son más laxos que en España, vale unos 1.000 euros-, alega Hockinson, »

«Estamos peor que los perros», lamenta Giancarlo -nombre ficticio por motivos de seguridad-, que trabajaba de mecánico, pero cuya filiación a un sindicato, asegura, lo proscribió. «Si agitas mucho, se encargarán de apartarte», dice del Gobierno dominicano del presidente Danilo Medina, al que define como «corrupto». Giancarlo cuenta que llegó solo a Grecia cruzando por mar en barca hinchable desde Turquía, a donde llegó en avión. Dejó atrás a sus padres. «Temía que les hicieran algo», relata, «y por eso me fui».

Giancarlo, de cuerpo atlético y tatuado, llegó a Lesbos hace unos 20 días. Esto es, después de la fecha a partir de la cual, según el controvertido pacto Turquía-UE, los arribados a Grecia deben ser deportados sin excepción a Turquía, país a su vez sin acuerdo de readmisión a países latinoamericanos. Partió de Estambul una noche, en vehículo hasta un punto de la costa turca que desconoce. «Éramos al menos 63, de varios países, en un bote para 20, íbamos con el agua a las rodillas del peso de todos», recuerda.

EL MUNDO habla con el dominicano a través de la verja de Moria, bajo la amenazante mirada de la policía. Cada poco, un guarda presiona para terminar el diálogo. Al final lo interrumpe forzosamente -«Aquí está prohibido hablar y grabar»- y expulsa a este periodista de los aledaños de la cárcel. Antes, otro dominicano, de pseudónimo Darwin, explica: «En República Dominicana trabajaba de estilista, pero el salario era bajísimo. Quiero ir a España, allí tengo mi novia. Siempre que hablamos acaba roto en lágrimas».

La llegada irregular de latinoamericanos a territorio europeo entrando por Grecia es muy rara. Lo atestiguan los comentarios extrañados de los funcionarios gubernamentales griegos y dominicanos con los que ha contactado este periódico.

La mayoría de dominicanos encarcelados en Moria emigran por motivos económicos, aunque también ciudadanos como Giancarlo destacan razones políticas. Según datos obtenidos por EL MUNDO, 279 personas de la República Dominicana solicitaron asilo en España en 2015. En comparación, 136 salvadoreños hicieron lo mismo aquel año, así como 148 hondureños, víctimas de la violencia. Ningún dominicano fue reconocido como refugiado en 2014.

 

Por Margarita Brito

Periodista con más de 20 años de experiencia en radio, televisión y prensa escrita. Esposa, madre y abuela. Escribo porque me gusta y porque nada me es ajeno.

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