WASHINGTON, — Este año la región de América Latina y el Caribe (ALC) crecerá 3,0 por ciento, en consonancia con la tendencia mundial. Sin embargo, incluso después que el Producto Interno Bruto (PIB) comenzará a desacelerarse, la tasa de desempleo en la región se ubicó en 6,5 % el año pasado, cerca de los mínimos históricos y muy por debajo del máximo de 11% alcanzado hace una década, de acuerdo al último informe semestral, El papel del mercado laboral en la transformación de América Latina, publicado porel Banco Mundial para la región.

 El informe complementa, a nivel regional, el recientemente publicado Informe sobre Desarrollo Mundial: Empleos del Banco Mundial.

Las más recientes proyecciones de consenso prevén que el PIB latinoamericano crecerá entre 3,8 y 4 por ciento en 2013, luego de expandirse 6 por ciento en 2010 y 4 por ciento en 2011. Esta nueva fase refleja una desaceleración significativa en dos de las economías más grandes de la región. Se espera que Argentina y Brasil crezcan 2 por ciento o menos en 2012.

Aun así, muchos países de la región apuntan a crecer por encima del promedio regional, incluidos Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, México (cuya recuperación fue a la zaga de los demás en ALC pero ahora cobra impulso), República Dominicana, Uruguay y Venezuela.  En 2012, Panamá y Perú tendrán el mejor desempeño de la región, con tasas cuasi asiáticas de 8 y 6 por ciento, respectivamente.

“Detrás de la desaceleración regional subyacen factores mundiales e internos. Por un lado se observa una menor actividad económica en importantes polos de crecimiento como Europa y China, que impacta de forma negativa en la demanda de las exportaciones de ALC. Por el otro, muchos países de ingreso medio parecen haberse expandido a su máximo potencial durante 2010-2011”, dijo eleconomista Jefe del Banco Mundial para la región, Augusto de la Torre.

“Para poder avanzar y mantener un nivel de crecimiento elevado, los países de América Latina deben solucionar su baja productividad”. 

El informe también analiza el importante papel de los mercados laborales en la transformación de la región durante la década pasada. Entre sus hallazgos más importantes se encuentra la creación de más de 35 millones de puestos de trabajo adicionales en la década de 2000. Asimismo, la históricamente elevada informalidad disminuyó en siete de los nueve países donde puede ser medida de manera consistente a través del tiempo.

Aún más significativo es el hecho que los salarios tuvieron un papel fundamental en los avances sin precedentes en términos de reducción de la desigualdad de ingreso.  Esta disminución representó una caída de cuatro puntos en el coeficiente de Gini (un índice compuesto que mide la desigualdad) del ingreso laboral, en marcado contraste con la creciente desigualdad salarial y de ingreso en los países ricos.

El informe subraya tres cambios importantes en la fuerza laboral latinoamericana que tuvieron lugar en las últimas décadas:

  • Composición: El aumento constante de la participación de la mujer comenzó a finales de la década de 1970 y continuó hasta la de 2000, si bien a un ritmo menor. En 2010, el 65 por ciento de las mujeres latinoamericanas de entre 25 y 65 años de edad formaba parte de la fuerza laboral.
  • Educación: Desde la década de 1990, los años de escolaridad promedio aumentaron en tres años adicionales, mientras que las mujeres superaron a los hombres en rendimiento educativo.
  • Estabilidad salarial: El largo historial de la región en términos de volatilidad salarial aunada a problemas inflacionarios llegó a su fin. Aun durante la reciente crisis mundial los salarios reales permanecieron estables y no derivaron en mayor desempleo. Detrás de este fenómeno se encuentra la creciente credibilidad de la política monetaria llevada a cabo por los diferentes Bancos Centrales.

Una mirada a la composición de la fuerza laboral y el nivel educativo, en particular, sugiere que no lo fueron. De hecho, ambos crecieron de manera sostenida durante la década de 1990 y 2000, aun cuando la desigualdad de la región apenas comenzó a declinar durante la de 2000.

“Encontramos que la disminución de la desigualdad se relaciona a la rentabilidad de la educación, que mide cuánto ganan las personas relativo a su nivel educativo”, dijo de la Torre. “La brecha entre los salarios de los trabajadores con educación terciaria y secundaria y aquellos con educación primaria o menos comenzó a disminuir en la década de 2000, tras permanecer relativamente plana o ascendente en la de 1990. Si bien la enorme mayoría de los trabajadores con título universitario siguen ganando bastante más que aquellos sin el mismo, no ganan tanto como solían en comparación con su pares menos educados”.

El informe apunta a dos explicaciones potencialmente inquietantes para esta pérdida en la rentabilidad de la educación:

  1. La calidad de la educación terciaria puede no haber dado abasto con la demanda creciente, como sugiere la ampliación observada en la dispersión salarial entre trabajadores con educación universitaria.

 

  1. La demanda de trabajo capacitado en la región no es tan alta como se esperaba. Esto puede ser el resultado del auge del sector primario que ha fomentado la expansión de los sectores no transables, como los servicios y la construcción, que en promedio tienden a ser menos intensivos en trabajo calificado que los sectores transables no primarios como la manufactura.

Ambas explicaciones son plausibles. Además, apuntan a que los tremendos avances en términos de cobertura educativa deberían verse acompañados de un mayor énfasis en mejorar la calidad. Dicha inversión, concluye el informe, no solo ayudaría a generar una fuerza laboral más capacitada y mejor remunerada, sino que también le permitiría a la región crecer a una tasa mayor.

Por Margarita Brito

Periodista con más de 20 años de experiencia en radio, televisión y prensa escrita. Esposa, madre y abuela. Escribo porque me gusta y porque nada me es ajeno.

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