Por Gina Hilario

Ya llevo varios años residiendo en Francia, y en mi última visita a mi país, Republica Dominicana, hace dos años,  fui testigo de una situación que me dejó sorprendida. 

Ballet de Monte Carlo

Fuimos al Teatro Nacional a ver una función benéfica del Ballet de Monte Carlo, que se presentaría por tres noches.  Compramos boletos para la primera función que era la gala premiere, por lo que había muchas personalidades conocidas entre los asistentes.  

Había mucha gente esperando por entrar y en eso llegó el ministro de Cultura de turno, que comenzó a tocar para que le abrieran una puerta especial para el poder entrar. 

No obstante, había una fila de gente que esperaba hacía más de media hora para lo mismo ( ingresar al teatro) pero para él, tuvo que venir un empleado exclusivamente para abrir otra puerta, para hacerlo pasar antes que todo el mundo.

Su actitud para entrar haciendo alardes de «a mi hay que abrirme por aquí», me sorprendió.  Esto pasó antes del inicio del espectáculo.

Pero, grande fue mi sorpresa al final del espectáculo, porque a la salida cuando todos los mortales íbamos al parqueo o a llamar un taxi, a todo el grupo de ministros y gente del gobierno los esperaban con gran aparataje sus yeepetas, una fila de más de seis y para los cuales, fue parado el tránsito de la avenida Máximo Gómez para que ellos salieran primero del Teatro.  

Aquello fue el espectáculo después del espectáculo.  Todos nos quedamos mirando, incluso las personas que ni estaban en el teatro se preguntaban quién iba en esos vehículos casi hubieran podido pensar que se trataba de un presidente.

Así pude ser testigo, de cómo se puede transformar una persona al estar en un cargo de la función pública con un poco de poder hasta creerse casi dioses.

Teatro Nacional

Nosotros esperamos a que nos vinieron a buscar y otra sorpresa nos llevamos, porque vimos mientras cuando ya íbamos a la casa, esperando en el tapón de la avenida Máximo Gómez que los vehículos se movieran, como los integrantes del famoso ballet francés, luego de la presentación de gala, se desplazaban a pie hacía su hotel.

No se si todo esto me sorprendió porque llevo mucho tiempo viviendo fuera del país y en Francia los políticos no hacen tanto aparataje cuando salen.

Todo esto de las elecciones, me hizo recordar esta anécdota,  esperemos que los  próximos en el poder mantengan los pies en la tierra y trabajen para el pueblo que al fin y al cabo es quien los elige.

Por Margarita Brito

Periodista con más de 20 años de experiencia en radio, televisión y prensa escrita. Esposa, madre y abuela. Escribo porque me gusta y porque nada me es ajeno.

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